El nuevo Código Procesal Civil de Panamá —aprobado en octubre de 2023 y que entrará en vigor en su totalidad en octubre de 2025— representa una oportunidad para modernizar el sistema judicial, pero también plantea importantes desafíos. Así lo considera el doctor en Derecho Jordi Nieva Fenoll, catedrático de Derecho Procesal en la Universidad de Barcelona, quien participó recientemente en el XX Congreso Panameño de Derecho Procesal.
En entrevista con La Prensa, Nieva Fenoll fue claro: para que la reforma logre su objetivo de agilizar los procesos y mejorar la calidad de la justicia, es indispensable reforzar el sistema con más jueces y personal capacitado, y adoptar herramientas tecnológicas como la inteligencia artificial (IA).
Dice que que no basta con cambiar la ley; se necesita voluntad real de transformación. A su juicio, hacen falta más jueces, más recursos y una apuesta decidida por la inteligencia artificial para automatizar tareas repetitivas y descongestionar los tribunales, dijo.

“El hecho de reformar una ley antigua, que además se está demostrando que no funciona en la práctica, siempre es una buena noticia. Otra cosa es que se acierte con la reforma; otra cosa es que se vea claramente qué es lo que uno quiere hacer y, a partir de ahí, que eso tenga después una traducción en una mejora de la vida de los ciudadanos cuando tienen que enfrentarse con un proceso, que es, fundamentalmente, lo que queremos, así como de las condiciones de trabajo de los jueces y de todos los trabajadores de la justicia”, asegura.
Según Nieva, uno de los errores comunes en reformas de este tipo es limitarse a reescribir normas sin cambiar realmente las dinámicas del sistema judicial. También advirtió sobre la tendencia a incorporar como “novedades” ciertos principios que ya están desfasados, como la sobrevaloración de la oralidad:
“Muchas reformas copian lo anterior con otro lenguaje, o introducen ideas que fueron innovadoras en los años 50, pero que ya no responden a las necesidades actuales”, dice.
“Por ejemplo, con respecto a la oralidad, hubo una fascinación por ella durante todo el siglo XX, que luego se demostró que no estaba realmente justificada. No sé hasta qué punto la reforma (en Panamá) habrá recogido este principio, pero, en todo caso, hay que tener una cautela que no era calculable, no era visorable en los años 70 u 80 del siglo XX, cuando todo el mundo cantaba las glorias de la oralidad”, indica.
Inteligencia artificial, una herramienta subutilizada
Uno de los puntos clave en la visión del catedrático es el papel de la IA en los procesos judiciales. Nieva Fenoll sostiene que una gran parte de los casos civiles son repetitivos y podrían resolverse rápidamente si se automatizaran las etapas iniciales:
“Hasta un 70% de los casos siguen patrones similares. Si consiguiéramos que esos procesos no se eternizaran en los tribunales —que es lo que ocurre ahora—, sino que se resolvieran mucho más rápidamente, en cuestión de dos o tres semanas, pues, evidentemente, la mejora que percibiría la ciudadanía sería tremenda. Además, el alivio de las condiciones de trabajo que tendrían los jueces sería extraordinario“, dice.

Ya hay jueces que utilizan IA generativa para redactar sentencias, según Nieva Fenoll, lo cual evidencia que la tecnología no solo es viable, sino que puede integrarse bajo supervisión humana:
La automatización no significa que las máquinas reemplacen al juez, asegura. Pero si una IA puede redactar una resolución que luego el juez revisa, el proceso se agiliza sin sacrificar calidad ni seguridad jurídica.
“Insisto, actualmente hay muchos procesos que ya están automatizados. Lo que ocurre es que esa automatización la hacen las personas. Es decir, son personas que están elaborando siempre el mismo documento, que ya tienen su plantilla y, entonces, cambian los nombres de las partes, el objeto del proceso, la cantidad discutida. Bueno, si eso lo pudiera hacer una máquina, iría muchísimo más rápido y redundaría en beneficio de todos”, añade.
Más jueces, mejor formación
La reforma también requerirá reforzar la capacidad operativa del sistema. Para el jurista español, no hay duda de que Panamá necesita más jueces y personal auxiliar, además de una mejor formación continua para todo el aparato judicial.
“La resistencia al cambio existe en todos los sectores. Lo que hay es que capacitarlos mejor. Creo que eso nunca sobra en ningún país y desde luego en Panamá tampoco. Es decir, siempre es una buena noticia que se aumente esa formación. Pero creo que, en este caso, la concienciación debe centrarse, sobre todo, en el papel que puede jugar la inteligencia artificial”.
Reforma en veremos
Aunque reconoce que la aprobación del nuevo código es “una buena noticia”, Nieva Fenoll advierte que su efectividad dependerá de cómo se implemente.
“Bueno, está por verse. Es decir, que haya una reforma es una buena noticia; que se introduzcan novedades reclamadas por toda la ciencia, también lo es. Ahora bien, la implementación práctica de este código está por verse y depende, sobre todo, de los operadores que tengan que aplicarlo”, asegura.


