Desde las 7:00 a.m. de este domingo 6 de noviembre los nicaragüenses votaban en unas elecciones en las que el presidente Daniel Ortega aspira a su tercera reelección consecutiva, sin contrincantes que le puedan hacer sombra y en un proceso cuestionado por la oposición.
"Me gusta votar temprano, porque luego tengo que hacer otras cosas en el día y luego esperar los resultados", dijo en Managua Leonor Martínez, una costurera de 45 años.
Un total de 3.8 millones de votantes están llamados a sufragar. Deberán elegir no solo al presidente sino también a 92 diputados nacionales y 20 representantes del Parlamento Centroamericano.
Ortega, ex comandante guerrillero a punto de cumplir 71 años y líder del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), busca consolidar su poder junto a su influyente y poderosa compañera de vida y de gobierno, Rosario Murillo, ahora aspirante a la vicepresidencia.
Además de Ortega, hay otros cinco candidatos a la presidencia pero son políticos desconocidos para la gran mayoría de la población, a los que las encuestas no les dan ninguna opción y que no son considerados opositores reales sino aliados del actual gobernante.
Según el analista político Carlos Tünnmermann, habrían aceptado participar en la contienda a cambio de obtener ciertas cuotas de poder en la Asamblea Nacional.
Han generado preocupación dentro y fuera del país los movimientos llevados a cabo en los últimos meses por el oficialismo para debilitar a los partidos opositores mediante argucias legales muy criticadas por ciertos sectores.
Los sectores duros de oposición fueron excluidos del proceso electoral. Colectivos civiles como el Frente Amplio por la Democracia y Ciudadanos por la Libertad han llamado al boicot electoral a través de las redes sociales y las autoridades estadounidenses instaron al gobierno de Managua a poner en marcha "medidas efectivas para realizar elecciones libres, justas y transparentes" que eviten que Washington promueva una iniciativa que ya tiene lista para que las instituciones internacionales no den préstamos a Nicaragua.
Otro motivo de preocupación es la falta de misiones independientes que presencien la contienda electoral. En junio, el presidente llegó a tachar de "sinvergüenzas" a los observadores internacionales de la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos, pero finalmente una delegación de esta última entidad ha llegado al país aunque, según la explicación oficial, su misión no será "observar" los comicios sino reunirse con quienes sirvan de acompañantes del proceso, todos funcionarios de gobiernos afines al FSLN.

