Casi siete meses después del viaje del papa Francisco a Chile, cuando descubrió que lo que le habían contado los obispos sobre los abusos a menores no era exactamente como creía, continúa sin dilación la operación de limpieza en la jerarquía eclesial de aquel país.
En la visita de enero, Jorge Mario Bergoglio defendió al obispo Juan Barros, acusado por un grupo de víctimas de encubrir los abusos sexuales del sacerdote Fernando Karadima. Pero a los pocos días se dio cuenta de su error y rectificó.
Recibió a tres de las víctimas del sacerdote Fernando Karadima y abrió una investigación que cristalizó en la renuncia en bloque de la Conferencia Episcopal del país andino.
Hoy se confirma de nuevo la purga en el episcopado chileno. El papa aceptó la renuncia del obispo de Rancagua, Alejandro Goic y el de Talca, Horacio del Carmen en cuyas sedes nombró a Administradores Apostólicos.
Francisco comenzó la renovación del clero de Chile el pasado 11 de junio cuándo validó la dimisión presentada por el obispo de Osorno, Juan Barros; el de Valparaíso, Gonzalo Duarte García de Cortázar, y el de Puerto Montt, Cristián Caro Cordero.
El arzobispo de Malta, Charles J. Scicluna, responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe y máximo experto en temas de abusos sexuales en el Vaticano y el sacerdote Jordi Bertomeu viajaron a Chile el pasado 12 de junio donde permanecieron una semana para continuar con las investigaciones. En concreto visitaron la Arquidiócesis de Santiago y también en la Diócesis de Osorno.
En tanto, Bergoglio seguirá estudiando caso por caso las renuncias de los obispos chilenos para decidir cuáles acepta.
