No olvidamos las contribuciones de próceres y líderes involucrados en movimientos de independencia y separación en Panamá, así como de hombres y mujeres que a través de significativos aportes honran a la patria; también aquellos hechos que despiertan el sentimiento nacional. Sin embargo, la intervención de los indígenas ha permanecido en el olvido durante 114 años a partir de 1903, porque la historia no ha visibilizado sus legados, mucho menos reflexionar sobre lo sucedido durante el periodo precolombino.
Estudios basados en modernas metodologías científicas, indican que los primeros habitantes de Panamá, radicaron en el istmo hace más de 15 mil años antes del presente. Ellos eran los antepasados de los pueblos indígenas representativos que actualmente sobreviven, de acuerdo a investigaciones realizadas por los arqueólogos Richard Cooke, Luis Sánchez y otras disciplinas preocupadas en conocer quiénes fueron los primeros pobladores del área.
Con el asentamiento territorial, ocuparon cada zona a lo largo del país. Documentos precisan que no había lugar sin presencia indígena, el archipiélago de las Perlas fue el dominio de un pudiente cacique. Se ha comprobado que convivieron en el litoral del golfo de San Miguel, áreas entre Chimán y la bahía de Chame; las islas Chepillo, Taboga y Taboguilla estuvieron pobladas por indígenas.
Los especialistas enfatizan que durante el periodo precolombino, la población había aumentado, de hecho, había una delimitación territorial que traspasó los actuales límites fronterizos con Costa Rica y Colombia. Los pueblos originarios intensificaron la producción agrícola en zonas fértiles, lograron asombrosas destrezas técnicas, transformaciones materiales, intelectuales y económicas; es posible que se prepararan para la consolidación de una forma de gobierno superior.
Hasta que la invasión truncó su desarrollo. Lo importante es que el territorio en que radicaron y trabajaron los indígenas es el legado que se mantuvo a costa de perder las mismas. La acción de ocupación permanente, extensión de sus dominios territoriales y trabajar la agricultura, no permitió la intromisión de otros pueblos ajenos al istmo, porque ya existían las comunidades locales; sin embargo, se vieron obligados a combatir a usurpadores en desigual batalla.
Los indígenas progresivamente ocuparon la región hace más de 15 milenios, según pruebas acreditadas, los descendientes latinos llevan apenas 516 años de existencia en Panamá y en relación a este suceso, el arqueólogo Richard Cook ha señalado que la contribución de las sociedades originarias y de sus ancestros a la formación de las naciones modernas comprendidas en la subregión istmeña, es mucho mayor de la que se le atribuye habitualmente, tanto en la educación como en el modus pensandi popular.
Estamos conscientes de que dejamos como legado el territorio que dio origen al Estado panameño. Sin embargo, nuestra memoria ancestral concuerda con la crítica que hiciera el escritor Eduardo Galeano al sentenciar: “Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: “Cierren los ojos y recen”. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia”.
La autora es exviceministra de Asuntos Indígenas.