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Adolescencia de la marihuana

Entender la adolescencia es importante para hablarle a los adolescentes. Esa edad que todos los mayores ya cruzamos y que los menores no sospechan. Esa edad de la exploración que muchos padres temen porque rompe la inocencia y la obediencia.

Es una edad de increíbles descubrimientos, de aperturas a la curiosidad y a lo desconocido, de la socialización sin peros y los resultados insospechados, porque todos son retos. Por todo esto, la adolescencia es una edad de búsqueda y aprendizaje, aprendizaje rápido y duro, una edad de mucha vulnerabilidad.

Escapar subrepticiamente de la casa cuando los padres duermen, incluso por las ventanas si las puertas crujen mucho. Saltar murallas y paredes para entrar en patios y habitaciones prohibidas porque lo de los balcones es muy romántico para estas épocas. Empujar el auto de papá fuera del garaje para encender el motor una cuadra más adelante. Abrir los ojos en el prostíbulo y contar la plata para ver si alcanza, aunque ni para los preservativos. O lucir entre los labios un habano no encendido, como el Ché Guevara, una hoja envuelta de marihuana como Johnny Depp o Robert Downey Jr., y vapear cannabis sintético, con sabores o sin ellos, abundantes químicos, metales, calor y producir una gran nube de vapor tratando de implicar clase y estilo.

La empresa del tabaco y la marihuana conocen la adolescencia y al adolescente mejor que sus padres. Repito sin cansancio que el uso de marihuana es nocivo y adictivo y, entre más temprana edad en que se inicia, más se consume y mayores son los riesgos de la función y la morfología cerebral. Y decir esto no es estigmatizar la marihuana. Y, con mayor énfasis, la marihuana medicinal es un oxímoron, porque la hierba es nociva y adictiva. Medicinal es un producto que contiene los canabinoides tetrahidrocannabinol (THC) y canabidiol (CBD), en proporciones cuidadosamente cuantificadas, aprobadas y reguladas para prevenir, si se puede, el daño que uno de sus componentes, el THC, tiene el potencial de producir y aliviar condiciones con evidencia probada. El inconveniente es cuando la percepción del daño de la marihuana disminuye porque su uso aumenta.

El comportamiento y las emociones humanas obedecen, entre otras cosas, a la interacción de un sistema cognitivo (el cerebro neomamífero) analista y crítico, con un sistema del placer o sistema límbico (el cerebro paleomamífero). La corteza frontal y prefrontal constituye una forma de juez de las acciones, mientras que el sistema límbico es responsable de las emociones, iniciativas, motivaciones, aprendizaje y memoria. Esta interacción, mediante la conexión química del neurotransmisor dopamina, el mensajero del placer, forma el circuito de recompensa, esencial, entre otras cosas, para la sobrevivencia individual del ser humano y de la especie.

En el adulto mayor de 25 años, con excepciones no infrecuentes, el sistema cognitivo predomina sobre el sistema del placer, y los actos humanos, regidos por una forma de observación de reglas sociales, profesionales y laborales, son socialmente aceptables. Durante los años de la adolescencia, entre los 12 años a los 19 años, y unos 3 años antes y 5 años más tarde, es decir, entre los 9 y los 24 años, el comportamiento humano goza de un sistema del placer que supera el cognitivo, la recompensa sobre el raciocinio, que no evoluciona hacia el predominio del sistema cognitivo sino al alcanzar los años de la madurez.

Este conocimiento es importante para comprender las aventuras y los desenlaces de las acciones del adolescente, que hacen de esta edad una etapa esencial para su desarrollo social. También nos permite reconocer la vulnerabilidad del adolescente, sus riesgos y sus consecuencias, que pueden interrumpir su bienestar, su felicidad, sus sueños y su aceptación en la sociedad donde se desenvuelva. Durante ese período de vulnerabilidad, la plasticidad de su cerebro y otros órganos no siempre vence lo nocivo de sus experiencias. Desafortunadamente, ese daño no se reconoce inmediatamente sino años más tarde, como quien “tira la piedra y esconde la mano”.

El uso temprano y compulsivo de marihuana está asociado a serios trastornos de salud mental, muerte por suicidio, accidentes cerebrovasculares, eventos cardiovasculares mayores (síndrome coronario agudo, infarto y muerte de origen cardiovascular), con preocupación particular entre quienes la usan ilícitamente por razones médicas fuera del sistema regulatorio y quienes se exponen al uso de cannabinoides sintéticos, con concentraciones crecientes de THC.

Hoy, la industria de la marihuana inunda las escuelas y calles de sustancias sintéticas con concentraciones de THC que matan. Ese crimen no puede ocultarse bajo premisas de bondad de la marihuana ni de llenar arcas y barcas de dinero.

El autor es médico.


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