El binarismo parece formar parte de nuestro ADN o de nuestro conjunto de arquetipos. Somos hijos de padre y madre, y este hecho originario parece predisponernos a lo dual.
Por consiguiente, no es raro encontrar parejas de gente de letras, como la de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir.
Asimismo, ha habido escritores que trabajaron al alimón. Sabemos de los hermanos Álvarez Quintero, dúo autoral. También hubo autoría conjunta en el par formado por Charles Dickens y Wilkie Collins. Este último es autor de la que algunos consideran la primera novela detectivesca, género que practicaron en colaboración los franceses Boileau y Narcejac.
Los anteriores no son los únicos dúos literarios. Más reciente es el formado por Roberto Bolaño y Antonio Porta, o, algo antes, el de Julio Cortázar y Carol Dunlop, su última esposa. Mucho antes, Adolfo Bioy Casares había creado, junto con Jorge Luis Borges, un arquetipo policial en Seis problemas para don Isidro Parodi.
El recuento precedente nos deja en Buenos Aires, donde se armó lo que, para algunos, fue una “extraña pareja”: Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares. Una relación que recuerda a la de Nigel Nicolson y Vita Sackville-West, del grupo de Bloomsbury, al que perteneció Virginia Woolf, la novelista esposa de Leonard Woolf, él igualmente valioso.
Silvina Ocampo nació en 1903; Adolfo Bioy Casares, en 1914. Silvina falleció en 1993; Bioy, en 1999. Ambos pertenecieron a la clase social más conservadora y pudiente del país.
Silvina fue la última de seis hermanas. Gozó de la formación que la clase adinerada de su lugar y época permitía; por ejemplo, fue escolarizada en casa por institutrices que enseñaban francés e inglés antes de que los niños aprendieran a leer en español.
Adolfo Bioy Casares fue hijo único de los terratenientes y ganaderos Adolfo Bioy y Marta Casares. Esa holgada posición le permitió dedicarse a las letras, actividad que le granjeó varios premios. Fue autor de narrativa fantástica y de numerosos escritos.
La pareja Ocampo-Bioy no tuvo hijos biológicos, sino literarios. Bioy incorporó al matrimonio una hija, Marta, no nacida de Silvina, aunque ésta la crió como tal.
Silvina Ocampo y Bioy Casares tuvieron descendencia literaria entre sí o con ayuda de terceros. Compilaron, junto con Jorge Luis Borges, la Antología de la literatura fantástica (1940) y la Antología poética argentina (1941). Silvina, junto a Juan Rodolfo Wilcock, redactó Los traidores, obra de teatro en verso.
Silvina y Bioy compusieron a cuatro manos Los que aman, odian, novela policial publicada en 1946, que algunos consideran paródica.
El título Los que aman, odian es estilísticamente un oxímoron. Un oxímoron es la unión de significados opuestos, como en la frase “silencio atronador”. El uso del oxímoron es un rasgo de estilo de Silvina Ocampo, quien, en vida, fue poco leída y apreciada. Tras su fallecimiento, ha recibido mayor atención. Estuvo opacada por su hermana mayor, Victoria; por su esposo, Adolfo Bioy Casares, y por su asociación con Borges, quien la respetaba. Antes vivía en la sombra; después, emergió a una luz intensa. Tal vez porque los que antes odiaban ahora aman. O tal vez porque, como en toda relación, los que aman también odian.
La breve novela Los que aman, odian fue llevada al cine en una transposición que gustó a muchos. No la odien. Ámenla.
El autor es investigador lingüístico y literario y profesor de idiomas.

