Hay fechas que marcan un hito y quedan grabadas en la memoria colectiva de la humanidad. El 7 de diciembre de 1941, un día que ‘vivirá en la infamia’, según las palabras del presidente Roosevelt, Japón atacó Pearl Harbor, lo que forzó la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial; es un claro ejemplo. Del mismo modo, el 7 de octubre de 2023, cuando Hamás rompió las barreras de la Franja de Gaza, asesinó a 1,200 israelíes y secuestró a más de 300, marca un cambio radical en la realidad política y militar de Medio Oriente.
Israel actualmente está rodeado por un ‘anillo de fuego’, con fuerzas proxis de su mayor enemigo, Irán. Al norte, en el Líbano, está Hezbolá; al sur, Hamás; los hutíes en Yemen; y, más allá, moviendo y fomentando el caos bélico, el propio Irán, que ya ha atacado directamente a Israel en dos ocasiones.
Está de más repetir noticias ya conocidas. Este escrito está dirigido a los líderes occidentales y sus seguidores, quienes, en su ingenuidad y miopía, ven esta guerra que Israel libra en múltiples frentes como una de tantas. No perciben que Israel es el único bastión en Medio Oriente que defiende los valores judeocristianos contra movimientos fundamentalistas y wahabistas, que promueven un islam militante y agresivo de conquista. Si el Estado judío desaparece (porque esto es lo que persiguen estas corrientes), ¿quién quedará para enfrentarlos? Es cierto que no todos los árabes son fanáticos, pero sus movimientos sí lo son. Israel no busca una guerra de conquista territorial, aunque su extensión es menor que la del estado de Nueva Jersey en EE. UU. Y aun así, para sus enemigos, eso no es suficiente. De allí el lema que aboga por un dominio ‘del río Jordán al Mediterráneo’. Guardando las proporciones, esto recuerda al appeasement de Múnich, cuando Francia, Gran Bretaña y otros cedieron Checoslovaquia a Hitler y, meses después, Alemania se anexó lo que quedaba de ella.
Lo más triste es que, si se embargan las armas a Israel para defenderse, más adelante se enfrentará al mismo conflicto en una posición de debilidad. Como señalaba un editorialista del Wall Street Journal, Occidente debería estar agradecido con Israel, cuyo ejército está eliminando a potenciales terroristas cuyo próximo objetivo sería Occidente y el hemisferio occidental. Y, lo más importante, Israel está librando esta lucha titánica solo.
Algunos países reprochan a Israel que su respuesta es asimétrica, es decir, que no guarda proporción con el ataque del 7 de octubre de 2023. Pero, ¿qué conflicto bélico en los últimos 2,000 años ha mantenido una reciprocidad entre ataque y defensa? ¿Se espera que el Estado judío deba eliminar a 1,200 terroristas de Hamás y secuestrar a otros 300? Esto es absurdo. Es cierto que han muerto miles de civiles, muchos de ellos probablemente inocentes. Toda vida humana es preciosa. Sin embargo, es fundamental entender que Israel enfrenta una lucha existencial. Sus enemigos pueden perder muchas vidas; pero el Estado judío no puede perder ni una, pues eso significaría su desaparición.
El autor es especialista en relaciones internacionales.