En 1977, el Ministerio de Trabajo y Bienestar Social, a través de la sección Acción Cultural Obrera del Instituto Panameño de Estudios Laborales (IPEL), instauró el Certamen Pictórico-Literario Obrero, una iniciativa cultural sin precedentes que abrió espacios de expresión artística a los trabajadores del país. Las categorías de pintura y poesía fueron las primeras. Con el tiempo, se incorporó el cuento (1978), artesanía, décima (1995) y escultura (1998), como una visión inclusiva de la cultura nacional.
En su primera edición de 1977, la sección de pintura premió a Onésimo Sánchez Z. con la obra Sueño a colores de un explotador, en representación del sindicato del IRHE (Sitirhe). El segundo lugar fue para Génesis de Jorge Fadul, del Sindicato Nacional Bancario (Sinaban), y el tercer lugar para Manos laboriosas de Carlos A. Reed, del Sindicato del Hotel Washington. El jurado estuvo conformado por Teresa de Villalaz, Manuel Chong Neto y Horacio Rivera.
En la misma edición, la sección de poesía premió a Nadie de Marcos Wever (Sindicato del Intel); Poemario de Héctor Palacios (Sindicato de Refrigeración y Afines de Panamá), y Estas tierras fueron libres de Víctor Gómez Chetri (Sinaban); el jurado: Pedro Rivera, José Franco y César Young Núñez. Los premios ascendían a B/. 300, B/. 200 y B/. 100 para el primero, segundo y tercer lugar respectivamente, cifras simbólicas pero dignificantes.
Más tarde ascenderían los montos por categoría: 1er. Premio. B/. 500.00, 2do. Premio. B/. 300.00 y 3er. Premio. B/. 200.00. El tema era libre y solo para trabajadores sindicalizados. A partir de 1992 podrán participar trabajadores independientes. En 2006 se asigna una temática a cada edición. En 2010, se sube el monto de los premios por categoría: 1er. Premio. B/. 2,000.00, 2do. Premio. B/. 1,500.00 y 3er. Premio. B/. 1,000.00.
En 2014, se incorporó la entrega de la estatuilla IPEL, diseñada por el artista nacional David Vega, junto a menciones honoríficas y certificados de participación. Además, en homenaje a grandes figuras del arte y la literatura, las distintas secciones del concurso tenían nombres: Esther María Osses (poesía), Ignacio Nacho Valdés (cuento), Jesús María Chulia Medina Barrio (décima), Isaac Benítez (pintura), Nelson Chen (artesanía) y Carlos Arboleda (escultura).
En 2015, se incluyen las categorías cortometraje, prensa escrita y fotografía. El nombre del certamen cambia a Concurso Nacional Premios IPEL a la Cultura Laboral. El monto en premios sube: 1er. Premio. B/. 5,000.00, 2do. Premio. B/. 3,000.00 y 3er. Premio. B/. 2,000.00, elevando el premio total del concurso a 90,000.00 balboas divididos en 9 categorías: pintura, artesanía, escultura, poesía, cuento, décima, cortometraje, prensa escrita y fotografía.
En 2023, se reemplazan las categorías cortometraje y prensa escrita por documental y ensayo. Se incorporan las categorías caricatura y arte digital, para atraer a los nuevos géneros emergentes. De esta forma el concurso contará con 11 categorías y el monto en premios será B/. 110,000.00 balboas.
Este resumen histórico del IPEL sirve para expresar la siguiente opinión. Los certámenes culturales, además de ser una catapulta para la producción artística, sirven como indicador para estudiar la evolución y desarrollo del arte nacional. Los concursos, además, cuando son organizados y auspiciados por instituciones del Estado, tienen especial relevancia porque representan la preocupación de los sucesivos gobiernos por fortalecer las políticas culturales desde el estímulo de la creación artística.
El Premio IPEL es un testimonio de la sensibilidad institucional y la capacidad creativa de los trabajadores panameños. Su historia tiene una importancia profunda para la vida cultural del país y para la dignidad del trabajo, porque es la voz poderosa de los trabajadores en la construcción de identidad cultural.
Este certamen ha sido, históricamente, una vía para denunciar injusticias, contar historias del mundo laboral, construir conciencia social desde “la necesidad de descolonizar las estructuras socioeconómicas y la mente de los trabajadores, para así destruir los tabúes, mitos nocivos y dogmas que constituyen su miseria espiritual“, como dice el prólogo de la segunda edición del premio de 1978.
El concurso ha visualizado formas de expresión propias del pueblo panameño, como la décima, la artesanía y la poesía, lo que refuerza nuestra identidad cultural. Al valorar su capacidad artística, el certamen dignifica al trabajador no sólo como sujeto de fuerza laboral, sino también como mente creadora y alma sensible.
El Ministerio de Trabajo, desde el Instituto Panameño de Estudios Laborales, tiene antecedentes de una formidable gestión cultural. Basta con mencionar la creación en 1999 del Teatro de los Trabajadores (TETRAB) que realizó giras a nivel nacional a colegios, sindicatos y comunidades representando obras literarias de autores como José Franco, Raúl Leis, Martín Porto, Ernesto Endara, Joaquín Beleño, Miguel Moreno, Mireya Hernández, Noel Pinzón, entre otros.
Con el archivo de afiches, pinturas, esculturas, obras literarias y documentales visuales realizadas por los trabajadores desde 1977, hay suficiente material artístico para crear la Galería Nacional de la Cultura Laboral. Preservar, celebrar y continuar la gestión del Premio Ipel es una deuda con la cultura panameña y con quienes, desde su trabajo cotidiano, también construyen la nación desde la cultura. Esperamos seguir contando con este certamen que honra la cultura laboral.
A Noel Pinzón, por ayudarme a escribir este artículo.
El autor es escritor.
