En el dinámico mundo empresarial actual, la exigencia sobre los CEOs es comparable a la que enfrentan los atletas de élite. Ambos operan en entornos de alta presión, donde el éxito depende no solo del talento innato, sino también de la disciplina, la preparación y la capacidad de adaptación. La mentalidad de un atleta profesional puede ofrecer lecciones clave para los líderes corporativos, ayudándolos a optimizar su desempeño, fortalecer su resistencia y tomar decisiones estratégicas con mayor claridad.
Los deportistas de alto rendimiento comprenden que su tiempo es un recurso finito y lo gestionan con meticulosidad. Su agenda está estructurada en función de objetivos específicos, con tiempos definidos para entrenar, descansar y recuperarse. Un CEO puede aplicar este principio al organizar su tiempo con el mismo nivel de disciplina, enfocándose en aquellas actividades donde su aporte es verdaderamente indispensable y delegando o automatizando aquellas tareas que pueden ser gestionadas por otros. Algunas investigaciones sugieren que los líderes empresariales más efectivos reservan hasta un 20% de su tiempo para actividades no programadas, lo que les permite responder con agilidad a oportunidades o desafíos imprevistos sin perder de vista sus prioridades estratégicas.
El bienestar físico y mental también juega un papel fundamental en el desempeño sostenido. Atletas como LeBron James invierten millones de dólares al año en el cuidado de su cuerpo y su mente, comprendiendo que su rendimiento depende de la calidad de su descanso, su alimentación y su preparación psicológica. En el ámbito corporativo, los CEOs enfrentan desafíos que requieren altos niveles de concentración, resiliencia y toma de decisiones bajo presión. La inversión en hábitos saludables, como una rutina de ejercicio regular, prácticas de mindfulness o coaching ejecutivo, no es un lujo sino una alternativa para sostener el nivel de exigencia que demanda el liderazgo en el entorno actual.
La capacidad de adaptación es otro elemento esencial que los líderes empresariales pueden aprender del mundo del deporte. Los atletas exitosos evolucionan constantemente, ajustando su estrategia en función de sus rivales, las condiciones de juego y los avances tecnológicos. Los CEOs deben asumir un enfoque similar, manteniéndose abiertos al aprendizaje continuo y cultivando una cultura organizacional que valore la experimentación y la innovación. La velocidad con la que cambian las reglas del juego en los negocios requiere una mentalidad flexible, capaz de reevaluar supuestos y tomar decisiones informadas en contextos inciertos.
El liderazgo en el siglo XXI propone un enfoque holístico que combine inteligencia estratégica con una preparación física y mental integral. Adoptar la mentalidad de un atleta de élite no implica solo mejorar la gestión del tiempo o incorporar hábitos saludables, sino comprometerse con una disciplina constante de aprendizaje, optimización y resiliencia. Los CEOs que internalicen estos principios estarán mejor equipados para navegar la complejidad del mundo corporativo y liderar con determinación en un entorno cada vez más desafiante.
El autor es Senior Partner McKinsey Panama.