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El Gato Luminar: de la veta y el agua, hacia un progreso sostenible

En un país donde a veces se celebra la riqueza inmediata, el Gato Luminar nos recuerda que el verdadero valor no reside solo en lo que se extrae, sino en lo que se transforma. Que detrás de cada veta puede haber un río, y detrás de cada idea, una oportunidad para construir bienestar duradero.

Brilla con propósito, no con vanidad. Su luz nace de ideas que ayudan a ver lejos y ejecutar mejor. Es el pensador práctico: une razón, técnica y empatía para convertir los proyectos en bienestar sostenible.

Cuando otros miraban la veta y solo veían riqueza inmediata, recordó que sin agua no hay futuro: ni industria, ni ciudad, ni campo que perdure. Aplaudió el manejo innovador y sostenible del recurso hídrico: la construcción del embalse del río Indio, pensado para asegurar agua para la población, el agro y el Canal durante muchos años.

Pero su mirada no se detuvo ahí. De manera creativa, logró impulsar prosperidad a partir de esa misma fuente. Entendió que cuidar el agua no significa frenar el desarrollo, sino multiplicarlo de forma inteligente y duradera. Por eso, plantearía un plan de uso sostenible que extraiga valor y lo multiplique: un parque con lago y hoteles, un espacio que funcione como reservorio de agua, pulmón natural y fuente de empleo y calidad de vida.

Donde hoy hay excavación, mañana puede haber recreación y equilibrio. Demuestra que desarrollo y naturaleza no son enemigos, sino aliados que pueden crecer desde una misma raíz.

Aprendió que ninguna gran idea sobrevive sola: hay que trabajarla. Por eso conecta, conversa y une piezas: con la Senacyt, donde la ciencia y la tecnología emprendedora encuentran apoyo transformador para convertir conocimiento en soluciones reales; con la AIG y la Antai, digitalizando la gestión del agua de manera transparente; y con espacios como la Ciudad del Saber, donde innovación, academia y empresa se cruzan para dar forma a proyectos sostenibles.

Conoce los números: Panamá invierte alrededor del 0.15% del PIB en I+D (innovación y desarrollo), muy por debajo del promedio latinoamericano (0.61%) y de países como Brasil o Costa Rica, donde la empresa privada y la academia cooperan más activamente. Pero no se queja; lo inspira el reto. Ha visto cómo muchas buenas ideas se apagan por falta de apoyo y aprendió que convencer es tan importante como crear. Sabe que se puede mejorar.

Y si rechazan sus ideas, no lo toma como una derrota, sino como una invitación a refinar la propuesta. Ajusta, escucha y vuelve a presentarla con más claridad. Sabe que una buena idea no se impone: se comunica con propósito, como el carbón que, bajo presión y temperatura, se convierte en diamante.

El Luminar nos enseña que el progreso se logra convenciendo, no agotando, sino renovando. Y que las verdaderas ideas brillan no por imponerse, sino por transformar proyectos en bienestar sostenible. Requieren comunicación clara, porque no todos entendemos al mismo ritmo ni de la misma forma.

Nos invita a construir alianzas público-privadas en I+D alrededor de los recursos clave de Panamá, para seguir avanzando hacia un futuro próspero y equilibrado. Así sea el caso de una villa.

Porque el valor no se mide por el tamaño de la obra, sino por la claridad de su propósito.

El autor es ciudadano residente en Panamá.


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