“De pie o muertos de rodillas, nunca”.
La noche del viernes 11 de octubre de 1968, hace 57 años, un grupo de jóvenes oficiales militares panameños, ante la crisis general del ancien régime de la oligarquía dominante durante los 65 años desde la independencia, produjo el segundo golpe de Estado en la República de Panamá. El primero fue el de Acción Comunal en 1931.
El desalojo de la vieja oligarquía del poder político del Estado por la Guardia Nacional produjo una feroz represión, particularmente contra los prosélitos del Partido Panameñista, los sectores políticos de izquierda y el movimiento popular en general. Esta expresión punitiva del régimen militar se prolongó durante tres años, hasta que la cúpula castrense se deshizo de los militares de derecha, pronorteamericanos y golpistas.
Fue el 11 de octubre de 1971, en un acto multitudinario en la plaza 5 de Mayo, cuando el general Omar Torrijos Herrera, ya consolidado en el poder, proclamó los lineamientos de la “Revolución Panameña” (Proceso Revolucionario de Liberación Nacional), cuyos componentes más importantes y estratégicos fueron: la creación del “Poder Popular” (Asamblea Nacional de los 505 Representantes de Corregimiento), el nuevo Código de Trabajo, el anuncio del inicio de la negociación de un nuevo Tratado del Canal para sustituir el oprobioso Tratado Hay–Bunau Varilla de 1903, el establecimiento de una nueva Constitución Política de la República y la creación de la Confederación Nacional de Asentamientos Campesinos (Conac).
La nueva Carta Política, el Código de Trabajo y el Poder Popular se concretaron en 1972, mientras que las negociaciones del Canal concluyeron con la firma de los Tratados Torrijos–Carter el 7 de septiembre de 1977.
En síntesis, este periodo de la vida republicana es conocido por dos narrativas diametralmente opuestas: la versión simplista de la oligarquía de “dictadura militar” y la concepción popular, basada en el racionalismo histórico, de que lo acaecido en el periodo militar de Torrijos fue un proceso revolucionario de liberación nacional que culminó con “el asesinato de Omar Torrijos por la CIA” (según Moisés “Monchi” Torrijos Herrera), el 31 de julio de 1981.
En realidad, durante los 21 años del régimen castrense se distinguen claramente tres fases: el cruento y represivo inicio del golpe militar (1968–1971); el ciclo de la “Revolución Panameña” (Proceso Revolucionario de Liberación Nacional, 1971–1981); y el lapso del retorno al militarismo, encabezado por el general de derecha, prooligárquico, Rubén Darío Paredes del Río, y el enigmático agente de la CIA, general Manuel Antonio Noriega Moreno (1982–1989).
Corolario. “La Línea” u hoja de ruta política de Omar Torrijos estaba diseñada para enfrentar dos modelos políticos: el de la oligarquía antinacional y antipopular y la propuesta revolucionaria de democracia popular, en el torneo electoral de 1984. El imperialismo estadounidense lo sabía e intuía que las fuerzas políticas de la oligarquía, su aliada histórica, serían derrotadas; por eso truncó el sueño torrijista con su magnicidio.
En el mediodía del 31 de diciembre de 1999, el último soldado estadounidense arrió por última vez la bandera de las barras y las estrellas en territorio panameño.
Lamentablemente, en un acto de traición a la Patria, el “dictador” José Raúl Mulino Quintero, que hoy gobierna, pretende retrotraer la lucha histórica del pueblo panameño a los tiempos de la “colonia americana” y el “yes man”.
¡Así de sencilla es la cosa!
El autor es abogado y analista político.

