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El vodevil de Trump

El vodevil de Trump
El USS Iwo Jima es un barco anfibio de asalto que forma parte de la operación militar antidrogas de EE.UU. en el Mar Caribe que ha encendido las alarmas en Venezuela. / Getty Images

Invade; no invade. Amenaza, realidad y teatro electoral. Trump resucita un clásico de Hollywood: el “cártel de los soles”. En 1993, oficiales venezolanos con “soles” en las charreteras —Guillén Dávila y Hernández Villegas— fueron señalados por narcotráfico. Humor local, prensa, tituladores, boom: eslogan político. La denominación es huracán en Florida y recuerda al votante latino que Trump es el hombre fuerte que necesita frente al socialismo caribeño y ante la entelequia del socialismo interno en Estados Unidos.

El despliegue militar acompaña el drama: 4,500 soldados, siete buques de guerra y un submarino nuclear en el Caribe. Titulares explosivos. Realidad: insuficiente para invadir. Realidad que opera como anzuelo electoral y cazabobos. Sobresalen incautos, cándidos, engañados y autoengañados. No te creas la divina pomada.Venezuela tiene 109,000 efectivos activos, 8,000 reservistas y 220,000 milicianos. La parafernalia chavista llega hasta el millón.Logística amplia de un país 28 veces más grande que Panamá. En el mar tropical la vida es más sabrosa para soldados gringos. Un desembarco de tropas es un rompecabezas estratégico gigante. Fuera de la estrategia electoral no lo descartes.

La amenaza rinde más a Trump, en un país cuya población reclama chenchén y se preocupa por la inmigración y la seguridad.

Comparación histórica: Panamá 1989. 16,300 soldados panameños, más 3,800 reservistas, batalloneros o codepadis. Estados Unidos despacha entre 25,000 y 27,000 efectivos, incluidos 13,000 ya estacionados en 8 bases militares (3 de ellas en resucitación por Molinete) y 9,000 adicionales desplegados de inmediato. La operación fue breve. Noriega demora en entregarse lo que tarda en persignarse un ñato. Venezuela no es Panamá. Para invadirla, Trump debería autorizar el desplazamiento de decenas de miles de soldados más, aviones, logística impecable, inteligencia local y una paciencia que Trump no tiene ni para los post. Bush padre, el de la invasión a Panamá, tenía paciencia china.

La trama de los soles es trama electoral trumpiana. Es presión y postura más que invasión. Retórica potente. La corrupción en el estamento militar venezolano es real, pero la retórica amplifica cada hecho. Gobiernos títeres de Trump (Argentina, Ecuador y Paraguay). Politicastros levantan la mano.El problema interno de Venezuela es espectáculo estadounidense. Florida, Arizona y Nevada lo aplauden. El electorado latino se convierte en público de primera fila de este vodevil.

Demócratas, en pronósticos para elecciones de congresistas, aventajan hasta en 4 puntos, Barboni.Trump desempolva el guion. Bush padre lo escribió con Noriega: villano local, despliegue masivo, refuerzo de imagen presidencial. Trump hoy no invade: amenaza. La logística real es secundaria. Gana la percepción: peligro, mano dura, hombre fuerte. Hollywood nunca estuvo tan cerca de la Casa Blanca. Aunque a Trump no le gustan los actores. Él es de vodevil. Arriba De Niro.La amenaza puede durar hasta las primarias federales de 2026, con crescendo en las elecciones intermedias. Amenaza prolongada. Propaganda funcionando.Goebbels y Führer redivivos.

Cárteles son las organizaciones mafiosas con estructura vertical: del Golfo, Sinaloa, Medellín. Carteles (acento mínimo en “te”) son los de publicidad.

Hollywood nunca fue tan real. La historia se repite con actores nuevos y escenario distinto. La trama combina corrupción, miedo y espectáculo. La fechoría de sectores militares venezolanos existe, pero es convenientemente exagerada y mediática. La amenaza militar estadounidense no es concreta; sirve para mantener al público pendiente de la pantalla electoral. Y mientras tanto, los fusiles permanecen quietos, los barcos flotan y la propaganda avanza.Los soldaditos de plomo se divierten y engrosan ejecutorias de héroes de una guerra que es mental y de espectáculo.

Como buen director de esta película, Trump sabe que no necesita invadir: basta con mover actores, desplegar utilería y asegurar que la cámara de los medios enfoque al villano correcto. Trump es también villano, ¿o no?

El autor es periodista y filólogo.


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