Es sorprendente como una parte de la Sociedad Panameña esgrime el “doble discurso y moral”. Ahora resulta que el alcalde de Las Tablas, al igual que algunos dirigentes de la “tunas tableñas”, cuando los tableños en general repudian las estructuras o tarimas, que se mal ponen en el Parque Belisario Porras para Carnaval y un ciudadano como mi persona, exige ante un Tribunal de Justicia, respeto a la ley y a los derechos ciudadanos, en especial de los tableños, entonces señalan que lo que se intenta es ir contra Las Tablas y su Carnaval. Argumento de las dictaduras, ellas dicen ser la patria y un reclamo a las mismas, es un ataque al país.
¿Quién ha dicho que el alcalde y ciertas dirigencias de las tunas son dueños del pueblo tableño y por tanto están por encima de la ley? Ello lo tendrán que demostrar en el Tribunal, donde se aceptan pruebas no opiniones.
¡El alcalde no puede entregar o ceder el Parque Porras a nadie!, “por ninguna razón”, tampoco puede gravarlo y no puede permitir que ninguna persona natural o jurídica arriende un bien de uso común o público como lo es, el Parque Belisario Porras, y lucre con el mismo; ¡Así lo estipula la Ley 106 de 1973 “¡Sobre Régimen Municipal”, la cual debe ser respetada por todos, y que desde 2015 es conocida por los organizadores del Carnaval tableño, pero han sido deliberadamente indiferentes, intentando dejarnos a todos en la indefensión. incluyendo las empresas, que tanto hablan del juega vivo o es que, cuando les beneficia, es maravilloso! (doble moral)
El Carnaval tableño, esa maravillosa expresión folclórica y cultural debe realizarse dentro del marco de la Ley, por tanto, quien debe cumplir y hacerla cumplir, es el alcalde y no lo hace, por el contrario, con falsos argumentos, permite su desconocimiento, por ello esta denunciado penalmente y sus cómplices aparecerán en el proceso.
Las dirigencias tableñas deberán más temprano que tarde, buscar una renta sustituta, la cual existe, es el “Patronato del Carnaval Tableño”, que ningún gobierno se lo negaría, claro que ello obliga a rendir cuentas e inexplicablemente no se quiere y por ello no hay voluntad, pareciera mejor el conciliábulo para burlar la ley y los derechos de sus compatriotas. En definitiva, no es con ese repudiable método, que se conquista apoyo económico, pues incluso las tarimas o estructuras son una aberración y un ataque directo a la costumbre y tradición del Carnaval tableño. Es cierto que tiene que adaptarse a los nuevos tiempos, pero sin que pierda su esencia, en manos de una minoría de sus propios hijos, que con hechos traicionan el patrimonio intangible de Las Tablas.
Finalmente, con un doble discurso (no admisible para nadie), ahora resulta bueno lucrar con un bien municipal de uso común, es decir de todos, pero todos no merecemos un informe público de lo que se recolectó y en que se gastó, lo contrario a ello, es lo que produce la falsa posición de “el Parque es nuestro y punto”, esa soberbia no es un elemento de convicción apreciado por un tribunal, ni es buena consejera, por el contrario lo que debe imperar es la consideración, el respeto y el diálogo realista en busca de soluciones que no violentan ni los derechos de los tableños, ni la ley.
El autor es abogado
