Recuerdo mis primeros escritos como pinceladas poéticas de una niña de 11 años que buscaba significado en las palabras. Los temas eran experiencias cotidianas o algún acontecimiento, como cuando escribía para participar en concursos de redacción escolar. Cada fibra de mi ser me decía que tenía que escribir algo. Y así llenaba páginas de prosa o versos que terminaban en algún basurero, porque no sentía que alguien debía leer semejantes cosas. Era como tener un diario privado que nunca llegó a ver la luz de la publicación.
En ese proceso iba pensando y articulando ideas que eran solo para mí. No tenía ni idea que estaba generando más conocimiento al ver mis escritos plasmados en papel y marcados por tachones y borrones. Años después descubrí que la mente va soltando el dictado de las palabras a medida que escribimos. Es en esa sinergia de pensamientos, movimientos de la mano, apretar el lápiz (o teclear) que surge el “esto me gusta” y “esto no me gusta” y nos damos cuenta qué tanto sabemos de un tema y que otros se deben investigar y documentar más profundamente.
Tristemente, en nuestro sistema educativo no le damos a los estudiantes estas facilidades de pensar para generar escritos que sean parte de un proceso, que toma tiempo, y que deben ser bien estructurados y revisados antes de publicarse. Como docente de composición inglesa encuentro un rechazo a las palabras “párrafos” y “ensayos” por parte de estudiantes que han terminado sus bachilleres bilingües. Y no es para menos. Recordemos que enseñar a escribir no es fácil en ningún idioma, y mucho menos en uno no-nativo. No me extraña confirmar que muchos estudiantes se gradúan con una enorme falta de práctica en su escritura. Algunos no desarrollan habilidades de pensamiento crítico ni en lo más mínimo. El uso del ChatGPT, la herramienta de Open AI, ha incrementado la dependencia de estas ayudas tecnológicas que no tienen la capacidad humana de discernir ni confirmar que la fuente es fiable. Por tal motivo, una gran forma de lograr que los estudiantes lleguen a expresarse por escrito es hacerlos pensar a través de la lectura y la escritura que ellos puedan manejar a su nivel.
También está el hecho que muchas personas creen que escribir se queda en la escuela y que no la van a ver en sus carreras profesionales. La realidad es que, en este mundo de la internet, los correos electrónicos, las presentaciones en reuniones de trabajo, y en cualquier otro ámbito, la escritura estará presente. Para generar pensamiento que nos lleve a escribir, se debe buscar qué temas nos interesa, qué propósito tenemos para escribir, y quiénes serán los lectores de este escrito. Una vez nos desconectamos de alguno de estos elementos al momento de escribir, terminamos con una montaña de ideas sin sentido ni objetivo. ¿Han alguna vez pensado por qué hay gente que no entiende qué hemos escrito? ¿Han puesto atención a cómo está escrito ese texto? El problema es que para el que escribe todo está bien, pero el que lo lee puede que no tenga la misma opinión.
Exhorto a los docentes que enseñan idiomas que motiven a sus estudiantes a escribir desde la escuela primaria y sin ayudas tecnológicas. Por ejemplo, pueden pedirle a un niño que escriba más creativamente cuando cambie un personaje de un cuento o haga que el narrador sea otra persona o algún objeto. Se sorprenderán de lo que pueden redactar. En otros grados, como en la escuela secundaria, se les puede asignar o practicar las formas de comunicar un texto tradicional (novela, cuento, o poesía) en otro género o texto audiovisual. El propósito es hacerlos pensar para escribir y así hacerlos ver que esta práctica genera más ideas y se aprende más y mejor.
Escribimos para descubrir qué sabemos y qué deseamos saber. Es un trabajo que toma tiempo y esfuerzo, pero cuando se lleva a feliz término, es muy gratificante. La niña de 11 años me dijo, “Escribe y no dejes de hacerlo, así sea para ti misma. Así descubres un yo interior y una gran riqueza intelectual”. Llevemos esa voz interna a los estudiantes en Panamá para que descubran el infinito universo de las letras y las maravillas de mundos desconocidos.
Docente de Composición Inglesa de Florida State University-Panama