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Hepatitis B al nacer

Para no pocos, médicos y pediatras incluidos, leer que el Consejo sobre Prácticas de Vacunación (ACIP) votó esta semana a favor de que la vacunación al nacer contra la hepatitis B sea una decisión compartida entre la madre y su médico es motivo de justa aprobación, por parecer razonable, cuando en la realidad es una velada desaprobación de la vacuna y de la vacunación.

Lo que realmente se hizo el 5 de diciembre fue eliminar la vacunación rutinaria de todos los recién nacidos al nacer. Al individualizar la toma de decisión sobre vacunar o no, particularmente entre aquellos niños de madres negativas, se aumenta el riesgo de infección postnatal. Olvidan estos comisionados que la infección materna se puede haber adquirido tardíamente en el embarazo, después de haberse hecho la prueba y, así también, la adquiere el niño después del nacimiento.

Treinta y cuatro años de una estrategia universal, que ha eliminado prácticamente la infección por hepatitis B al momento del nacimiento, fueron eliminados por un grupo de reconocidos antivacunas. Los números de la infección entre niños y adolescentes norteamericanos han disminuido en un 95%, gracias a la vacunación en las primeras 24 horas de vida y su esquema de un mínimo de 3 dosis en los primeros 6 meses de vida. Sin la vacuna, 70% a 90% de los niños que nacen de madres infectadas se infectarán y 90% enfermarán seriamente: hepatitis crónica, cáncer del hígado, muerte temprana. En Estados Unidos los casos de hepatitis B han caído a unos 660,000 anuales, la mitad del 1.2 millones de casos durante el pico de los años 1980.

El ACIP fue defenestrado con la expulsión de sus 17 miembros por la administración de Robert F. Kennedy Jr. En su lugar, nombró a personas sin las credenciales para aconsejar al Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), precisamente sobre esquemas de vacunación. El desconocimiento y la confusión es lo que hoy caracteriza al ACIP, que ni siquiera revisa regularmente las guías de vacunas ni las evidencias sobre riesgos y beneficios de la vacunación. Esta semana resolvieron que solo los bebés de embarazadas con resultados positivos para hepatitis B son los únicos que deben vacunarse al nacer. Un estudio reciente revela que, de hacer esto, en Estados Unidos ocurrirían 476 infecciones perinatales adicionales. Han ignorado con pasmosa ligereza que una prueba negativa puede ser una prueba falsamente negativa y la madre expondría seriamente a su bebé a adquirir la infección en el momento de nacer.

Para hacer las cosas más difíciles, instrumento eficaz para el abandono de la práctica, ahora además recomienda este comité que se cuantifiquen los títulos de anticuerpos formados con la primera dosis, es decir, se confirme si se indujo inmunidad y, en tal caso, obviar la segunda y la tercera dosis. Es muy probable que los miembros del ACIP conozcan que los títulos de anticuerpos con una sola dosis de la vacuna en las primeras 24 horas de vida de un recién nacido no son suficiente documentación de protección; esos valores caen rápidamente en poco tiempo y ya no protegerían, por lo cual se requieren dos dosis más. En los años 1970, esa estrategia probó ser onerosa. Seguro desconocen voluntariamente que 1 de cada 4 niños infectados crónicamente en Estados Unidos morirá tempranamente por cirrosis hepática o por cáncer del hígado. Hoy, menos de 20 bebés se reportan cada año con la infección, cuando en los años 1990 se contaban 18,000 niños con hepatitis B antes de cumplir los 10 años de edad, la mayoría adquirida durante el nacimiento.

Con la creciente inmigración de personas asiáticas en los años 1960 y 1970 a Estados Unidos, se observó un aumento nada despreciable de la infección por hepatitis B. En Asia, esta infección es la primera causa de enfermedad hepática crónica y cáncer del hígado. Esta alarma llevó a que, durante los años 1980, a toda mujer asiática embarazada se le realizaran exámenes para determinar si estaba infectada y a los recién nacidos de las infectadas se les aplicara inmediatamente al nacimiento una inyección de anticuerpos para neutralizar la infección probablemente adquirida durante el parto y, dos días más tarde, se les aplicara la vacuna disponible entonces. Los costos de esta estrategia eran estratosféricos, por lo cual se optó, en 1991, por vacunar a todos los recién nacidos al nacer.

La hepatitis B se adquiere durante el paso por el canal del parto, por relaciones sexuales, por el uso de jeringas contaminadas, por transfusiones de sangre, por contacto con sangre contaminada a través de heridas cutáneas, el uso de cepillos de dientes de personas con hepatitis o mordeduras. Entre más temprano se adquiere la infección, mayores son las posibilidades de desarrollar enfermedad crónica, cáncer y muerte. Solamente un 20% a 30% de infectados después de los 6 años de edad desarrollan enfermedad crónica del hígado, comparado con el 70% a 90% de aquellos que se infectan más temprano; y un 25% de quienes adquieren la infección alrededor del nacimiento mueren prematuramente si no reciben tratamiento alguno. Hay que seguir vacunando con la primera dosis de hepatitis B al nacer.

El autor es médico.


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