Nuestro Himno Nacional une dos almas distintas: la música del maestro Santos Jorge, navarro, graduado del Conservatorio de Madrid y organista de la hoy Basílica Santa María la Antigua, y la letra del panameño Jerónimo de la Ossa, ingeniero civil, matemático y poeta romántico.
Su composición fue fruto de una urgencia diplomática. Para la ceremonia de presentación del embajador de Estados Unidos ante la nueva república, William Buchanan, el protocolo exigía cantar ambos himnos. Jorge compuso la música a finales del siglo XIX; faltaban las palabras. Y Jerónimo, con su pluma sensible y patriótica, las escribió con celeridad y hondura.
Como los intelectuales de su época, Jerónimo estaba empapado de romanticismo y respiraba el aire nuevo del modernismo. Admiraba a Rubén Darío, quien tenía a Panamá como paso natural entre Nicaragua, Sudamérica y Europa. Cada escala de Darío en el istmo se convertía en tertulia literaria: allí se reunían De la Ossa, Ricardo Miró, Guillermo Andreve y otros poetas que lo veneraban. De esos encuentros nació una poesía patriótica, idealista y musical.
Darío volvió a hacer escala y la silla de Jerónimo estaba vacía. Semanas antes se había ido. Darío, en el instante, fraguó los versos homenaje.
Las líneas más debatidas y más profundas: “Es preciso cubrir con un velo / del pasado, el calvario y la cruz.
”Algunos han leído “el pasado”, pero el texto original expresa “del pasado”. La diferencia es crucial. Jerónimo no propone negar la historia, sino sanar las heridas. El calvario y la cruz son metáforas del sufrimiento colectivo: las guerras civiles, el dominio extranjero, la frustración de siglos. “Cubrir con un velo del pasado” no es olvido: es redención.
El lenguaje jeronímico, de inspiración dariana y hoy arcaico en parte, fue herramienta de elevación. Su himno no convoca a la guerra, sino al trabajo, la paz, la fraternidad, el amor y la belleza. “Al trabajo sin más dilación” es exhortación ética. Y el cierre —“la pica y la pala”— exalta el esfuerzo civil. La pica no es pico; era lanza corta o barra de hierro usada para romper piedra. La patria se construye con manos, no con fusiles.
El paisaje es símbolo. “En tu suelo cubierto de flores / a los besos del tibio terral” evoca serenidad tropical. El terral, viento cálido que sopla de tierra al mar, sustituye el fragor de las batallas por la calma del atardecer.
Jerónimo unió fervor y serenidad, ciencia y fe, matemática y verso. Su himno es una oración de reconciliación y trabajo.
Glosario
Feraz: del latín ferax, fértil, abundante. No confundir con feroz ni fiereza.
Fragor: del latín fragor, estrépito o ruido de batalla. Voz de raíz épica.
Fulgor: del latín fulgor, brillo vivo, resplandor espiritual o moral.
Pica: del latín pica, lanza corta o hierro para cavar. Pariente etimológica de pico, pero distinta.
Prez: del provenzal pretz, honor o mérito reconocido; gloria moral.
Terral: viento cálido que sopla de tierra hacia el mar; típico del trópico nocturno.



