Hoy por Hoy

El proyecto alcaldicio para construir un nuevo mercado de mariscos ha llevado a José Luis Fábrega contra la pared. El alcalde de la ciudad capital llegó al cargo con una agenda de obras inconsultas que quiso imponer. Nunca ha entendido que debe consultar y comprender que no es un rey, es un servidor público que debe contar con el beneplácito de sus electores para actuar en obras que serán financiadas con dinero de la descentralización. Su obstinación es tal que ahora busca hacer una nueva obra, valorada en unos $40 millones, sobre un bien público –la cinta costera– que utilizan cientos de miles de habitantes de la ciudad, y con el apoyo de solo 25 personas que acudieron a una pseudo consulta pública que él convocó y que casi fue hecha en secreto. Su acción ha colmado a sus electores que, sintiéndose burlados, apoyan con sus firmas un acto de revocatoria de mandato en su contra. Si bien el PRD –su partido político– sostiene que este acto no está previsto en la ley, lo cierto es que el pueblo que lo eligió tiene el soberano derecho de cuestionarlo e, incluso, quitarle el poder que le dio con sus votos. Porque, contrario a lo que parecen entender él y sus colegas, el verdadero poder está en la ciudadanía, no en el funcionario de turno.

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