La inteligencia artificial (IA) ha transformado las maneras en que producimos, difundimos, accedemos, preservamos y damos sentido a las expresiones culturales. Como toda nueva tecnología, plantea desafíos y oportunidades. Por ello, antes que divulgar opiniones utópicas o apocalípticas, es más útil analizar su impacto en contextos culturales concretos con el fin de diseñar políticas y legislaciones coherentes.
A continuación, presento los principales temas que deben abordarse en la relación entre IA y cultura, excluyendo el impacto de aquella en el derecho de autor, ya que, por su complejidad, amerita un desarrollo específico.
Creación y sentido
Los algoritmos han revolucionado la creación artística, funcionando como un “copiloto” creativo más que como una simple herramienta técnica. En función de las instrucciones que se le den, la IA sugiere estructuras, texturas y combinaciones que artistas humanos seleccionan, adaptan y dotan de intencionalidad.
Este escenario híbrido multiplica las posibilidades expresivas de todas las personas, pero también genera el riesgo de producir versiones repetitivas basadas en patrones estadísticos. La clave en este proceso es quién decide qué elementos se integran en una obra estética y con qué propósito.
Mediación algorítmica
Los sistemas de recomendación operan como curadores virtuales al proponerle a cada usuario qué ver, escuchar o leer, influyendo en gustos y consumos culturales. Esta mediación puede democratizar el acceso a la cultura, pero también homogenizar ofertas y silenciar expresiones no comerciales.
Para evitarlo, se requiere que los operadores de IA colaboren con artistas y gestores culturales en el diseño de algoritmos con criterios de transparencia, métricas de diversidad y mecanismos tecnológicos que incentiven el descubrimiento de creaciones emergentes y alternativas.
Patrimonio en contexto
La IA ofrece un potencial inmenso para conservar y revitalizar el patrimonio cultural: documentación de lenguas en peligro, restauración de obras deterioradas, localización de sitios arqueológicos, entre otros ejemplos.
Sin embargo, la digitalización del patrimonio material no preserva los valores de manera automática y podría omitir significados intangibles asociados, como rituales y usos comunitarios. Para que la IA preserve saberes, su diseño debe incluir procesos participativos y protocolos que protejan las memorias comunitarias, en especial las de pueblos indígenas y afrodescendientes.
Sesgos culturales
Los modelos de lenguaje y de imágenes reproducen los sesgos contenidos en sus datos de entrenamiento (datasets). Asistentes que se confunden con acentos no occidentales, modelos biométricos incapaces de identificar rasgos no caucásicos o resultados de búsquedas que marginan información relacionada con las mujeres son ejemplos de cómo la IA invisibiliza culturas o discrimina a partir de estereotipos.
Para corregir esta situación, hace falta que se conformen equipos interdisciplinarios y multiculturales que construyan la información que alimentará a los sistemas de IA desde un enfoque de justicia algorítmica.
Desigualdades 2.0
La IA puede ampliar las brechas sociales cuando el acceso a infraestructura, conectividad y formación tecnológica es desigual. Como dispone la Ley General de Cultura al referirse a la cultura digital en general, se debe garantizar infraestructura compartida en bibliotecas y centros culturales, programas de capacitación y fondos para proyectos comunitarios que incorporen el uso de la IA de forma crítica e inclusiva.
Capacidades digitales
Museos y bibliotecas en todo el mundo están experimentando con IA para clasificar colecciones, personalizar recorridos o analizar públicos, lo que contribuye a fomentar curaduría crítica, accesibilidad y pluralidad.
No obstante, para optimizar estos procesos se requiere formar al talento humano en nuevas capacidades como el análisis de datos, ética tecnológica y mediación digital.
Política cultural de inteligencia artificial
Para que la IA sea una herramienta de democratización cultural se necesitan políticas públicas participativas que promuevan capacitación en competencias digitales para artistas, gestores, funcionarios y ciudadanía en general; infraestructuras tecnológicas de servicio público; datasets elaborados de manera colectiva, interdisciplinaria e intercultural; protocolos éticos y auditorías que evalúen diversidad y accesibilidad.
La cooperación internacional es indispensable para consolidar proyectos regionales de IA que garanticen soberanía digital y nuestra presencia en la diversidad creativa global.
El autor es docente universitario y gestor cultural.

