En 1919, un joven músico nacido en la Isla Carenero de Bocas del Toro, que se ganaba la vida tocando piano en casinos y acompañando las películas mudas en los cines de Colón, tuvo un golpe de suerte al ganarse la lotería. Con el dinero del premio viajó a Nueva Orleans a probar fortuna. Se trataba de Luis Carl Russell, quien se convertiría en un famoso pianista, arreglista y compositor, compartiendo escenario en Chicago y Nueva York, con leyendas del jazz como King Oliver, Louis Armstrong y muchos otros.
No fue el único. Eric Dolphy, Sonny White, Carlos Garnett, Víctor Boa, Mauricio Smith, Carlos Ward, o el recientemente homenajeado en la versión XXI del Panamá Jazz Festival, Billy Cobhan, son algunos de los grandes músicos de jazz cuya vinculación con Panamá no era conocida.
Afortunadamente, el incansable Danilo Pérez y su compañera de vida y aventura, la saxofonista, musicoterapeuta, educadora y muchas cosas más, Patricia Zárate, han trabajado sin descanso para cambiar esa percepción. Por un lado, han honrado a esos importantes músicos en cada una de las ediciones del Panama Jazz Festival, y por el otro trabajan en la formación de las generaciones de relevo. La entrega, compromiso y generosidad de este par es inmensa.
Esta historia está recogida en el libro Suit panameña: reimaginando las narrativas musicales culturales del jazz, escrito por Patricia Zárate y presentado hace unos días al iniciarse el festival de jazz. Se trata de un libro que, según narró Patricia, tiene su génesis en el momento en que conoció a Danilo, al sorprenderse al saber que era panameño y músico de jazz. Con el tiempo y sobre todo al conocer los gigantes que iban siendo homenajeados en los festivales, entendió que había una historia que era preciso contar.
El libro rescata historias, explica procesos sociales y descubre creaciones musicales surgidas de la compleja relación entre Panamá y los Estados Unidos, evidenciándose discriminaciones, prejuicios, contradicciones y una muy interesante evolución social y musical.
La herencia africana traída por los esclavos durante la colonia, la cultura europea en diversas etapas de nuestra historia, la migración antillana para la construcción del ferrocarril, el Canal y las plantaciones de banano, así como el intercambio con la cultura del sur de los Estados Unidos debido al enclave canalero, fueron los ingredientes que propiciaron la extraordinaria mezcla musical que ha producido y sigue produciendo maravillosos músicos como Danilo Pérez.
El libro narra un viaje desde las creaciones musicales de finales del siglo XIX que la autora define como pre jazz, siguiendo con la etapa del surgimiento del jazz local, para terminar con el movimiento de jazz global, ese que es el producto del singular intercambio cultural que ha propiciado nuestra posición geográfica.
Durante la presentación del libro, el grupo Global Jazz Womxn que dirige Patricia,
compuesto por músicas mujeres y personas no binarias de diversos países, interpretaron versiones de piezas musicales de cada uno de esos tres períodos, permitiendo ponerle música al relato.
Hace unos años, cuando celebrábamos los 500 años de fundación de la ciudad de Panamá, el también saxofonista y asesor del Departamento de Educación y Composición de la Fundación Danilo Pérez, Luis Carlos Pérez, presentó una investigación sobre un ritmo que llamó “tambo jazz”, una fusión de las melodías y ritmos folklóricos panameños con los ritmos propios del jazz norteamericano, que llegaban a los puertos del Caribe panameño casi al mismo tiempo que surgían en el sur de los Estados Unidos.
Viendo el triste deterioro de Colón hoy, es casi imposible imaginar la ciudad vibrante que era alrededor de 1930, cuando se presentaban constantemente importantes músicos de jazz estadounidenses en los locales nocturnos. Los capitalinos viajaban en tren para disfrutar de la oferta musical, que era siempre aprovechada por la población afrodescendientes y los estadounidenses que vivían en la Zona del Canal.
La existencia del enclave canalero fue un factor de gran importancia en el desarrollo del jazz local. Algunos músicos famosos que emigraron a Estados Unidos como Carlos Garnett, y Carlos Ward, nacieron en la Zona del Canal. Además, los ritmos de jazz eran escuchados en las ciudades de Panamá y en Colón, a través de la emisora del Comando Sur, y músicos del ejército estadounidense solían ir a escuchar jazz a las salas locales, sumándose a menudo a los músicos panameños.
Esos músicos surgían, además, de un muy especial ambiente familiar y social existente entonces, cuando la música era parte fundamental de la vida y de la educación de las familias afroantillanas. En cada casa había un piano, un clarinete o se cantaba la música de la iglesia a la que asistía la familia.
Fueron años de gran florecimiento del talento local y de oportunidades para los músicos panameños. Pero ese tiempo de bonanza fue seguido del declive a partir de los años 1970, al desaparecer las salas y clubes de jazz, y reducirse la demanda.
Hoy, gracias a la labor de la Fundación Danilo Pérez, esa maravillosa herencia musical ha regresado de la mano de esos hombres y mujeres que se han beneficiado del programa de becas de la Fundación, de los talleres y clínicas que se hacen constantemente y, por supuesto, del contacto con músicos de todo el mundo que hacen posible cada enero la fiesta del jazz en Panamá.
La autora es presidenta de la Fundación Libertad Ciudadana