En este año de reformas electorales, Panamá tiene la oportunidad de hacer más efectiva la paridad en sus listas. La experiencia de otros países en América Latina nos muestra no solo que es posible avanzar, sino también que el equilibrio de género en los espacios de toma de decisiones tiene un impacto positivo directo en las condiciones de vida de las personas y en la legitimidad y la gobernanza democrática.
En efecto, un tema que será debatido entre las reformas electorales será la paridad. Un aspecto que la limita seriamente es la llamada “válvula de escape”, mediante la cual los partidos políticos pueden dejar de aplicarla cuando, según manifiestan, no tienen mujeres candidatas suficientes. Este es un mecanismo que no existe en ningún otro país de América Latina.
Este debate deberá darse primero en la Comisión Nacional de Reformas Electorales y luego en la Asamblea Nacional. A modo de contribuir a esa importante discusión, presentamos algunos datos y aprendizajes de la aplicación de la paridad en América Latina.
La primera ley de paridad de la región fue aprobada en Córdoba, Argentina, en el año 2000. A nivel país, Costa Rica la aprobó en 2009 con alternancia en las listas (una mujer, un hombre) en su Código Electoral. Desde entonces, se han ido sumando otros países, incluida Panamá, y las Américas se han transformado en la región del mundo con la representación más alta de mujeres en sus poderes legislativos, con un promedio de 35.7%. Lamentablemente, Panamá se encuentra por debajo de los promedios de América Latina y Centroamérica con solo 21.7%.
Siendo un tema que será debatido en el marco de las reformas electorales en Panamá, presentamos algunos datos y lecciones desde una perspectiva regional.
La paridad está plenamente sustentada jurídicamente por los acuerdos internacionales suscritos por la mayoría de países de América Latina. Por ejemplo, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de Naciones Unidas (CEDAW), en su recomendación número 40 (2024), considera “la paridad total (50/50) entre mujeres y hombres en los sistemas de toma de decisiones como punto de partida y norma universal”.
Sí hay mujeres. El argumento recurrente en los países donde se ha debatido la paridad (y antes las cuotas de género) ha sido: “no hay mujeres”. Sin embargo, la evidencia muestra que, aprobados los mecanismos afirmativos, las mujeres candidatas aparecen. Así, por ejemplo, en Bolivia, con una mayoría indígena (más del 60%), se aplica la paridad desde 2014. Inicialmente existieron las mismas dudas de aplicación que en otros países (con el añadido del prejuicio racial hacia lo indígena y, más aún, hacia la mujer indígena). Hasta la fecha se ha mantenido dicha norma. Gracias a ello, en la actualidad el 46.2% de los escaños en la Cámara de Diputados es ocupado por mujeres en Bolivia.
Sí, las mujeres deben afrontar barreras como la desigual distribución de las tareas del cuidado; sí, deben enfrentar prejuicios, desventaja económica y violencia política. Precisamente, los mecanismos afirmativos como la paridad están para ayudar a los países a acelerar los cambios a favor de una mayor equidad. En Panamá, como en otros países, sí hay mujeres en los partidos políticos. En algunos de ellos constituyen más del 50%.
Y no son menos capaces (no necesitan “capacitarse”). Las mujeres en América Latina no solo han alcanzado a los hombres en niveles educativos, sino que, en promedio, en la región el porcentaje de mujeres graduadas supera al de los hombres. Según expertos del BID (2023), “en todos los países de América Latina y el Caribe, las tasas de matriculación en la educación terciaria [superior] son más bajas entre los hombres que entre las mujeres”. Ciertamente, mujeres y hombres muestran mejores desempeños en diferentes carreras, en parte debido a roles de género que conducen “preferencias” desde la escuela.
La mejor “capacitación” para la política es hacer política. Finalmente, se trata de una carrera como otras, y para ello es importante eliminar los “dobles raseros” que muestran menos tolerancia frente al desempeño de las mujeres autoridades y representantes.
La paridad es conciliable con elecciones internas. En Argentina, por ejemplo, se aplica la paridad en las PASO, sistema de primarias o elecciones internas. La aplicación de la paridad en las PASO se ha ido perfeccionando, con resultados más paritarios en las últimas elecciones.
La paridad con alternancia da mejores resultados. Los países que han aprobado mecanismos para asegurar que la paridad se aplique de manera más efectiva muestran mejores resultados. Así, por ejemplo, México, Costa Rica, Bolivia, Ecuador, Argentina y Perú tienen paridad con alternancia en sus listas, alcanzando los mejores resultados (50.2%, 49.1%, 46.1%, 45%, 42.4% y 41.5%, respectivamente).
Por el contrario, con la “válvula de escape”, la paridad en Panamá pierde su capacidad de acelerar la igualdad.
Confiamos en que la paridad, junto con otros temas clave de la reforma, sea debatida tomando en cuenta la evidencia y las lecciones regionales.
Las autoras son sociólogas.

