Las juventudes y las mujeres como movilizadores del cambio y de la paz social



Las protestas pacíficas son una clara demostración del deseo de un cambio social. Pueden ser también una muestra de patriotismo y de unidad en momentos difíciles, así como un referente histórico para demostrar el rol que han tenido grupos muchas veces subestimados y vulnerados, como lo son las juventudes y las mujeres. «La historia es nuestra y la hacen los pueblos», «Panamá vale más sin corrupción», «Mis hijos y mis nietos merecen un Panamá saludable y verde» son algunas consignas en las pancartas que llevan, precisamente, las mujeres y las juventudes en las manifestaciones pacíficas en nuestro país en rechazo al contrato minero.

Desde el inicio de la era republicana, las mujeres y las juventudes han sido los principales movilizadores del cambio social. En la memoria histórica, la participación juvenil y la de las mujeres fue clave en las marchas de 1947 en rechazo al convenio Filós-Hines, en la Operación Soberanía de 1958, en las jornadas nacionalistas de 1959, en el Viernes Negro y en las movilizaciones de 1987, entre muchas otras. Es importante remarcar la participación femenina y de las juventudes en enero de 1964. Hasta nuestros días, las distintas luchas democráticas, por los derechos humanos y por el medio ambiente han sido lideradas y concurridas por las mujeres y las juventudes.

Las manifestaciones pacíficas, más allá de servir como plataformas para expresar el descontento social y cuestionar el statu quo, son espacios que llaman a la diversidad y que permiten la participación equitativa de quienes se sienten menos representados. Esta pluralidad hace posible que los movimientos sociales se nutran de perspectivas innovadoras, fomenten la interseccionalidad y sean un llamado a la creatividad que posibilite la construcción de nuevas narrativas. La colaboración entre las juventudes y las mujeres contribuye a desafiar a las estructuras tradicionales, a incrementar la movilización de personas y de recursos, y a construir desde la acción colectiva. Se hace fundamental, no obstante, que la protesta no sea un fin en ella misma, sino un vehículo que promueva propuestas y aportes a la mejora de statu quo desde la perspectiva de la democracia participativa.

Más allá de las manifestaciones, las mujeres y las juventudes también aportan desde distintas esferas como la academia y el mundo laboral. Su conocimiento y puntos de vista son claves para el desarrollo y reinvención de estrategias orientadas al bien común.

No faltó a la verdad Michelle Bachelet al afirmar que “cuando las mujeres hacemos cosas, la historia avanza”, ni Barack Obama, con su frase “El cambio no vendrá si esperamos a otra persona u otro momento. Somos lo que hemos estado esperando. Somos el cambio que buscamos”. Y, en efecto, la historia de Panamá avanza cuando las mujeres y las juventudes utilizamos nuestra creatividad para liderar.

Las redes sociales, aunque han ayudado a la difusión de información y a la movilización de personas, también son un campo fértil para la violencia a través de la desinformación, de los ciberacosos, de los ciberataques y de la difamación y cuando son eco de las narrativas que incitan al odio y a la vulneración de los derechos de las mujeres y de las juventudes.

El Índicede Paz Global 2023 muestra que Panamá ha sufrido un deterioro en los niveles de paz, colocando al istmo en la posición global 68 frente a 163 países. El incremento de la violencia tiene un impacto en la economía, que, para la región, ha representado el 8% del PIB. Esto debe servir como un llamado a nuestros gobernantes a repensar su rol como líderes y como agentes de cambio.

Como testigos de la historia, debemos abogar por el uso de narrativas que reflejan la importancia de las manifestaciones pacíficas como un ejercicio cívico. En la medida que se reivindique en la historia y en el presente el rol de las mujeres, de la juventud y de los grupos tradicionalmente subestimados, será posible avanzar hacia la equidad y la unidad. Por esta razón, es el momento de reivindicar valores, construir conciencia nacional, combatir la desinformación, ofrecer propuestas de solución y unirnos en el esfuerzo colectivo hacia un Panamá, más pacífico, inclusivo y próspero.


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