Dice Edison Broce en redes (y otros también lo creen) que “permitir la importación de medicinas para uso personal fomenta la competencia y podría incentivar la reducción de precios y una mayor variedad de productos. Cuanto más libre sea el mercado, mayores serán los beneficios para los consumidores”, pero no explica ni quienes son los “consumidores” ni cuál va a ser el “beneficio”, y si hay beneficio hay negocio, por lo que debe ser regulado por el Estado, porque el “rebusca” panameño que se pueda permitir su “viaje de negocios”, lo hará, seguro.
¿Dónde compra el presidente sus medicamentos en el extranjero? Hay que presentar una receta médica del propio país para comprarlos (los importantes, no aspirinas). ¿Cómo hace entonces? Nadie puede presentarse en una farmacia y pedir “deme tanto de esto y de aquello”, diez veces más barato, y ya, imagínense, sería el negocio perfecto. El “juega vivo” desde una rueda de prensa o un tuit. Una solución demagógica para unos pocos, que se lucrarán del trapicheo ilegal de medicinas.
¿Viajar para medicarse? Lo serio es equilibrar el precio de los medicamentos desde las instituciones, no parlotear soluciones suigéneris, de allí el peligro de lo que se cuelga en redes, apadrinando ideas absurdas mientras viven el sueño “político”: ¡qué peligrosos! Es ridículo intervenir los medicamentos de los viajeros, pero creer que “importarlos” va a mejorar la competencia, es desconocer los verdaderos problemas del país y lo que es el libre mercado: la inmensa mayoría de los asegurados seguirá igual: enfermos o muriendo por falta de medicinas.
Los de siempre solucionan así: me acusan, para el Parlacen; si no hay luz, alquilo un generador; mala Educación, laptops; si no hay medicamentos, viajo y me los compro, y así sucesivamente. Siempre solucionan con el dinero de todos sus necesidades y, para los demás, soluciones absurdas, pero nada, tranquilos, ya pasaron ciento y pico de días: nos queda menos que aguantar de tantos entusiastas de la ignorancia.
El autor es escritor