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Marco Rubio enfrenta la influencia china en Centroamérica con restricciones de visas

Marco Rubio enfrenta la influencia china en Centroamérica con restricciones de visas
El secretario de Estado, Marco Rubio, junto a Donald Trump. / Reuters

Mientras el presidente Donald Trump militariza la lucha antinarcóticos en el Caribe, amenaza a Nicolás Maduro en Venezuela y negocia con Vladímir Putin en Alaska y Benjamín Netanyahu en Israel, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, combate la participación de China en Centroamérica utilizando las visas como arma diplomática.

El 4 de septiembre, Rubio tuiteó: “Estados Unidos se compromete a contrarrestar la influencia corrupta de China en Centroamérica. Hoy, el @StateDept anuncia una nueva política que restringirá las visas estadounidenses para ciudadanos centroamericanos y sus familiares directos que actúen intencionalmente en nombre del Partido Comunista Chino y amenacen la estabilidad de nuestra región”.

El anuncio refleja un renovado esfuerzo de Washington por frenar la influencia de Pekín en Latinoamérica, una prioridad que Rubio impulsa desde sus años como senador. Mientras la administración Trump redefine su política exterior hacia la región, estas restricciones de visas revelan una estrategia más personalizada de oposición a China, basada en la sanción individual y no en incentivos.

Centroamérica y China

Centroamérica se ha convertido en el epicentro de los esfuerzos de Estados Unidos para contrarrestar la creciente influencia política y económica de China en la región. Guatemala y Belice son dos de los doce países del mundo que aún mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán y, por tanto, carecen de vínculos oficiales con China, que se niega a reconocer a cualquier país que mantenga relaciones con Taipéi.

El resto de los países centroamericanos —Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y Honduras— rompieron relaciones con Taiwán desde 2007 para establecer lazos con Pekín, a cambio de proyectos de infraestructura, cooperación y acuerdos comerciales.

En El Salvador, por ejemplo, China ha construido una biblioteca nacional de siete pisos con diseño vanguardista, ventanales de piso a techo y una bandera china ondeando en su fachada. Además, financia un estadio nacional de 100 millones de dólares con capacidad para 50,000 espectadores, cuya finalización está prevista para 2027. En las costas del Pacífico, empresas chinas edifican un muelle turístico en Surf City, destino que el presidente Nayib Bukele promueve como símbolo de modernización.Aunque Bukele se ha consolidado como aliado de la administración Trump —acogiendo a migrantes deportados en su nueva megacárcel—, también ha facilitado la expansión de la presencia china en el país.

La respuesta de Rubio

Como senador, Rubio denunció repetidamente la creciente presencia de China en América Latina. Presentó proyectos de ley para limitar la influencia financiera de Pekín, condenó a El Salvador por establecer relaciones diplomáticas con China en 2018, amenazó con recortar la ayuda a Guatemala si seguía el mismo camino y elogió a Paraguay por mantener su apoyo a Taiwán.

Durante su audiencia de confirmación como secretario de Estado, advirtió sobre el “abandono” de Taiwán por parte de países latinoamericanos y se comprometió a ayudarles a “resistir más fácilmente a países como China, que prometen mucho pero cumplen poco”. Poco después, realizó su primer viaje oficial al extranjero, visitando Centroamérica, donde agradeció al presidente de Guatemala por su apoyo a Taiwán y advirtió a Panamá, El Salvador y Costa Rica que no estrecharan lazos con Pekín.

Las tácticas de Rubio van más allá de la retórica. Las nuevas restricciones de visas son una muestra de ello. Revocar visas a extranjeros no es una práctica nueva: Washington ha usado durante décadas este instrumento como herramienta anticorrupción para disuadir a líderes de aceptar sobornos, malversar fondos o socavar el Estado de derecho. Desde 2021, el Departamento de Estado mantiene y amplía la “Lista Engel”, que prohíbe la entrada a Estados Unidos a figuras centroamericanas vinculadas con corrupción.

En los últimos años, sin embargo, las sanciones migratorias se han convertido también en un método para frenar la expansión china. En marzo de 2023, un miembro panameño de la Junta Directiva del Canal de Panamá fue detenido en un aeropuerto estadounidense, interrogado durante tres horas y posteriormente se le negó la entrada debido a sus negocios con China. En abril de este año, el expresidente costarricense y premio Nobel de la Paz Óscar Arias Sánchez —quien estableció relaciones diplomáticas con China en 2007— fue notificado de la revocación de su visa por sus supuestos vínculos personales con Pekín.

El anuncio de Rubio sugiere que podrían producirse más casos similares, lo que probablemente disuada a otros funcionarios centroamericanos.

China responde: condena y reafirmación

Estas medidas llegan en un momento clave para las relaciones entre China y Centroamérica. En 2024, Pekín prohibió la importación de café y macadamia de Guatemala, aparentemente en represalia por su apoyo continuo a Taiwán. Meses después, un dirigente parlamentario en Belice insinuó que podría romper con Taipéi y reconocer a China si llega a ser primer ministro. En Honduras, donde unas elecciones cruciales definirán el rumbo diplomático del país, Pekín ha fortalecido vínculos con el partido gobernante y ha invitado a alcaldes y delegaciones políticas en visitas oficiales a China.

En respuesta, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino declaró: “China expresa su firme insatisfacción y oposición a los ataques infundados de Estados Unidos, a su diplomacia coercitiva y a su injerencia en las relaciones entre China y Centroamérica. Estados Unidos no podrá detener la tendencia histórica de desarrollo de las relaciones entre China y la región”.

Rubio, por su parte, tiene prohibida la entrada a China desde 2020 por sus críticas al historial de derechos humanos de Pekín.

El 10 de septiembre, durante una llamada con el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, aseguró estar dispuesto a mantener un diálogo “abierto y constructivo” sobre asuntos bilaterales. Pero, en Latinoamérica, mantiene una postura firme: advierte a los gobiernos centroamericanos que pueden interactuar con China, pero que esas decisiones podrían costarles el acceso a territorio estadounidense.

El autor es candidato a Doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Oxford. Máster en Filosofía (MPhil) en Estudios Latinoamericanos por el St. Antony’s College de la misma universidad.


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