La mitocondria es una unidad funcional de las células de organismos como los animales y nosotros, los seres humanos. Es conocida por poseer su propio material genético, el ADN mitocondrial, que se hereda de nuestras madres, ya que el espermatozoide pierde las mitocondrias durante la fecundación del óvulo. El ADN mitocondrial también es abundante, por lo que se puede detectar en muestras donde no es posible obtener ADN nuclear, como en el tallo del cabello y en restos óseos. Por ello, el ADN mitocondrial es muy útil en ciencias forenses.
La función principal de las mitocondrias es ser las “centrales energéticas” de nuestras células. Son las responsables de la generación de trifosfato de adenosina (ATP), la molécula que nuestras células necesitan para llevar a cabo sus actividades regulares. Por ello, cuando existen defectos en las mitocondrias —conocidos como trastornos mitocondriales—, estos pueden derivar en enfermedades como las miopatías mitocondriales, si producen principalmente problemas musculares, y las encefalopatías mitocondriales, si causan alteraciones musculares y neurológicas. Estas enfermedades son causadas por mutaciones genéticas.
El veneno más conocido que afecta a la mitocondria es el cianuro, que bloquea una de las enzimas necesarias para la producción de ATP. Cuando esto ocurre, la mitocondria deja de producir energía y las células son incapaces de usar oxígeno —aunque este se encuentre presente—, lo cual puede llevar a la muerte de la célula y, eventualmente, a la del organismo completo. Por ello, ante la exposición a cianuro sin la protección adecuada (respiradores y ropa protectora), se deben activar los protocolos de emergencia.
El descubrimiento de la mitocondria se atribuye al investigador suizo Albert von Kölliker en 1857. Luego, en 1890, el histólogo alemán Richard Altmann reconoció la presencia de estos gránulos con funciones vitales a los que llamó “bioblastos”. En 1898, el microbiólogo alemán Carl Benda acuñó el nombre “mitocondria” al combinar las palabras griegas mito (hilo) y condrion (grano pequeño), debido a su apariencia bajo el microscopio. En 1967, la bióloga estadounidense Lynn Margulis propuso la “teoría endosimbiótica” para explicar el origen de las mitocondrias como el resultado de que una célula primitiva más grande engullera bacterias más pequeñas. Como ambas se beneficiaban de la relación, con el tiempo se asociaron permanentemente, dando lugar a las mitocondrias que conocemos hoy.
La autora es toxicóloga, divulgadora científica, exbecaria de la Senacyt e integrante de Ciencia en Panamá.


