El canciller Javier Martínez Acha afirmó que el gobierno panameño no contempla ningún diálogo ni negociación para abrir una oficina comercial de Taiwán en el país. “Eso no está sobre la mesa para este gobierno”, expresó el ministro (La Estrella de Panamá, 3 de diciembre de 2025).
Cuando Panamá, bajo la presidencia de Juan Carlos Varela, estableció relaciones con la República Popular China el 13 de junio de 2017, el mandatario señaló: “La República Popular China siempre ha jugado un papel relevante en la economía de Panamá”, y recordó que “el gigante asiático es el segundo usuario más importante del Canal y el primer proveedor de mercancías de la Zona Libre de Colón” (CNN).
Panamá forma parte de los 183 países que han establecido relaciones diplomáticas con China bajo el principio de que existe una sola China, que incluye a Taiwán, reconocida por la ONU como “provincia de China”, según la Resolución 2758 de 1971 de la Asamblea General.
Una oficina de Taiwán en Panamá constituiría una violación directa de esa resolución.
Tras el establecimiento de relaciones entre Panamá y China, el gobierno taiwanés expresó su “fuerte descontento e indignación” por lo que calificó como una ruptura “unilateral” y criticó a Panamá en términos que reflejaron un claro irrespeto hacia nuestra soberanía.
En China, Panamá y la geopolítica (2020), definimos la profanación como el “tratamiento ultrajante e irrespetuoso que se hace de algo sagrado o digno de respeto”. La bandera panameña fue quemada en Panamá por miembros de la misión de Taiwán, olvidando la enseñanza de Confucio: “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”. Pese a ese ultraje, en Panamá nadie profanó la bandera taiwanesa.
Como recuerda el periodista Julio Bermúdez: “Que se sepa, China no ha colonizado a Panamá, no se ha llevado sus recursos, jamás le produjo un mártir y menos una invasión. ¿A qué se debe entonces esa agresión abrupta y censurable contra China? Hay algo que no cuadra en las proporciones del hecho, como no sea el odio injustificado que algunos han tratado en su contra en los últimos meses”.
Pareciera que ciertos sectores siguen un libreto inspirado en el entonces secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo, que promovía expulsar a China para reinstalar la Doctrina Monroe.
Panamá se suma así a la inmensa mayoría de los Estados del mundo —incluidos el Sur Global y los BRICS— que avanzan hacia el futuro reconociendo a la República Popular China.
Panamá es dueño del Canal, y no al revés. Nuestro pueblo es el soberano que garantiza la neutralidad del territorio más allá de la vía interoceánica y rechaza ser pisoteado como la hierba entre los elefantes de la geopolítica mundial.
Como señala el Dr. Juan Carlos Mas en el prólogo de China, Panamá y la geopolítica, la obra funciona como una brújula que orienta hacia las nuevas realidades internacionales, una guía para navegar con soberanía, neutralidad y amistad hacia todos los pueblos del mundo, especialmente con China.
El autor es exdiplomático.