No jueguen con la jubilación y pensiones



Hablar en nuestro país de una “mesa de diálogo” o “negociación” suele interpretarse como una manera de dilatar el proceso de solución a cualquier problema que enfrentamos. Este es un patrón que ya no podemos permitir, especialmente cuando se trata de un tema tan delicado como el de la Caja de Seguro Social (CSS).

La Caja de Seguro Social es de todos los panameños. No es momento de juegos ni de intentar implementar soluciones inviables. Este no es un problema que pueda ignorarse con la esperanza de que desaparezca. Al contrario, es una situación que requiere atención inmediata. Es hora de establecer un sistema eficiente y sostenible de pensiones y jubilaciones en nuestro país. Todos, absolutamente todos, estamos siendo afectados. Es desalentador escuchar a quienes se autodenominan “Padres de la Patria” y ver que, cuando se les cuestiona al respecto, no saben qué responder.

En Panamá existen muchas personas capacitadas para aportar soluciones reales a este problema, pero lamentablemente estas personas han sido relegadas al olvido. Al mismo tiempo, debemos ser conscientes de que hay figuras cuya etapa de servicio público ya ha concluido. Aquellos que no hicieron nada cuando estuvieron al mando ahora pretenden erigirse como expertos en jubilaciones y pensiones, pero es hora de que den paso a nuevas ideas y enfoques.

Es importante reconocer que este problema no es reciente; no es algo que haya surgido en los últimos 100 días, sino que lleva décadas gestándose. Por eso, no podemos abordarlo con soluciones superficiales ni con falsas esperanzas. Debemos dejar de soñar con “pajaritos volando” y empezar a trabajar de acuerdo con la ley, esforzándonos por salvar la Caja de Seguro Social. Solo así garantizaremos que nuestros padres y abuelos sigan recibiendo sus pensiones y jubilaciones, y que quienes estén próximos a jubilarse puedan disfrutar de sus beneficios sin contratiempos.

Es preocupante alcanzar los 50 años y enfrentarse a la incertidumbre sobre el futuro de la jubilación. Esta situación nos lleva a reflexionar: ¿para qué hemos pagado durante años seguro e impuestos si no hay garantía de que recibiremos los beneficios que tanto esfuerzo nos ha costado?

El autor es docente


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