IMPUNIDAD

La nueva república

La nueva república
La nueva república

Tomás Herrera, en 1840, con el Estado Libre del Istmo establece la primera República de Panamá, duró casi un año. Y se le reconoció internacionalmente. El sueño de un país independiente de Colombia se institucionaliza.

El acto separatista de 1903 concreta los sentimientos de afirmación soberana de los panameños. Nace la segunda república como un protectorado del imperio de Washington, al crearse el enclave colonial de la Zona del Canal.

El 9 de enero de 1964, con la épica de la soberanía y la significativa siembra de banderas surge la tercera república, la cual culmina con la plena jurisdicción en todo el territorio nacional y el Canal administrado por nacionales.

La cuarta república se gesta con la indignación y entereza de la ciudadanía militante contra la corrupción grotesca y alucinante del Estado panameño, sobre todo en la administración de la justicia.

La sociedad amoral nos caracteriza, el juega vivo es el modo de vivir y de ser, carente de valores éticos, cívicos y patrióticos.

Los políticos y empresarios, mancomunados en un festín de apetitos, asaltan los fondos públicos y hacen de la Asamblea Legislativa como del sistema judicial entes delictivos, el Ejecutivo, preñado por el clientelismo y el nepotismo, carece de un estadista que oriente los destinos de la nación panameña.

El caos es total, nos encaminamos hacia el despeñadero en una locura codiciosa y con una ambición sin límites, las cuales hacen de Panamá un país de turbulencias y cataclismos con pasiones insanas que nos precipitan al basurero infernal de la historia.

El tiempo es de encrucijadas y de vitales decisiones colectivas, veo a la ciudadanía militante marchar con valentía y decoro hacia la Bastilla panameña, el Ministerio Público y hacia el muro de Berlín, la Corte Suprema de Justicia.

La complicidad criminal entre las dos instituciones propician tanto la inmunidad como la impunidad en los casos de alto perfil, como lo son las coimas de Odebrecht y el saqueo del Tesoro Nacional en la administración de Martinelli.

La situación límite de un drama trágico nos obliga a barrer a los corruptos y fundar la cuarta república e inaugurar el nuevo Panamá con equidad, dignidad y honor.

¿Qué vamos a celebrar en las festividades patrias? ¿Una república carcomida por la corrupción, con una plutocracia que solo piensa en enriquecerse con un lucro sin coordenadas? ¿Que elimina los días patrios por los días puente sin considerar los sentimientos patrios?

El país de los fenicios, asediado por Gaspar Octavio Hernández, Demetrio Korsi, Rogelio Sinán, Carlos Changmarín y muchos otros escritores, identifica la patria con su codicia bíblica e insaciable.

La patria que amamos es la nación de Justo Arosemena, Buenaventura Correoso, Victoriano Lorenzo, Guillermo Andreve, Belisario Porras, Carlos Iván Zúñiga, Jorge Illueca, Floyd Britton, Polidoro Pinzón, Blas Bloise y la de los mártires de enero de 1964.

La cuarta república es la bandera de la esperanza para una sociedad que toca el fondo abismal en manos de políticos y empresarios, de magistrados, jueces, fiscales y de una procuradora que nos ofenden con sus imposturas, cinismo e hipocresía.

La juventud y los profesionales sin vínculos con el pasado ni el presente corrupto están obligados a liderizar a la ciudadanía militante. La acción es contestataria, sin concesiones ni prebendas con el orden establecido, solo hay una alternativa, romper todos los paradigmas y dinamitar las estructuras jurídicas y legislativas, sin blindajes ni legalismos oportunistas ni acomodaticios.

La ruptura institucional a que aspira la ciudadanía militante es vertical como horizontal, en una tabula rasa que inicie la cuarta república desde cero, con una constituyente originaria con poderes supremos que garanticen a las nuevas generaciones el derecho al futuro, a una sociedad de bienestar sin exclusiones, con justicia, libertad y el orden democrático que asegure el ejercicio pleno de los tres poderes del Estado, como lo son el Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Nada tenemos que celebrar durante las fiestas patrias, el alma panameña está con laceraciones mortales, golpeada en sus cimientos y herida de muerte.

El tiempo es hoy, sin vacilaciones, con la confianza de concientizar a la nación hacia la cuarta república como tabla de salvación ante el naufragio que nos acosa.

El autor es escritor


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