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Nuevas y viejas botellas: ¿quién le pone el cascabel al gato?



Panamá es un país de gente diversa, pero hay algo que nos une: el amor por la patria y el deseo de trabajar para sacarlo adelante. Con miras a ese proyecto, el país acudió el pasado 5 de mayo a las urnas y dio una lección a los políticos tradicionales que habían hecho del Estado su finca privada, castigándolos con el no a la reelección, ya que conspiraron para dejar al país sin oportunidades y sin un futuro prometedor.

Es lamentable que los diputados siempre hagan alarde de su poder económico, jugando con el hambre del pueblo, haciéndoles creer a sus electores que para ser nombrados debían besar sus pies o, peor aún, pagar con favores el salario que llevaban a su hogar. Tanto así, que desde hace muchos periodos se sabe que los diputados manejan planillas conocidas como “cash back”, que no es más que la devolución de una parte para aquel padrino que lograba meter a su ahijado en ese cobro. Así mismo, se fueron dando las conocidas “botellas”, personas que ni siquiera contaban con un lugar de trabajo, pero que cobraban su salario como cualquier trabajador.

Estas malas prácticas se han ido perpetuando con el tiempo y ya pasaban desapercibidas para muchos, pero el gobierno anterior no se quedó atrás y decidió que la planilla del Estado debía soportar aún más, con miras a asegurar los votos en el país. El poder político decidió que podían romper los límites y comenzaron a llenar las instituciones con más personal del que había sillas o funciones, crearon asesores de todos los niveles que disfrutaban de jugosos salarios sin tener que esforzarse por ganarlos.

El resultado de las elecciones hizo creer al pueblo, en su inocencia, que había triunfado y que las botellas desaparecerían, dándole al gobierno la oportunidad de hacer lo correcto. Sin embargo, se encontraron con la dura realidad: en la Asamblea, los padrinos han adoptado a los perdedores y sus botellas, por lo que el pueblo hoy se pregunta ¿por qué siguen viviendo del Estado? ¿Quién le pone el cascabel al gato? Todos los días aparecen nuevos nombramientos con altos salarios.

Esta práctica ha llevado a que las instituciones copien este mal ejemplo y las oficinas, donde debe prevalecer la participación ciudadana, se conviertan en el encuentro de viejas y nuevas botellas, y las últimas con más poder que antes, ya que se sienten protegidas por sus padrinos. ¿A qué juegan cuando al pueblo le dan un discurso, pero los hechos demuestran otra realidad? Por un lado, decidimos creer, pero por otro, la realidad nos estalla en la cara pues nos damos cuenta de que en la Asamblea mandan las prácticas corruptas y no las leyes ni la ética.

Escuchamos un discurso que nos llama a la contención del gasto, y aplaudimos la acción porque se considera justa; se recortan subsidios y el pueblo reconoce que es justo y necesario. Nos dicen que habrá certeza de castigo para quienes jugaron con el dinero de la descentralización y los auxilios económicos, y de verdad queremos creer que así será.

Sin embargo, cuando vemos el día a día en los medios y redes sociales comprobamos que aparecen personajes de muy mala reputación nombrados en el órgano del Estado donde se pelea y reparte el dinero que debe llegar a donde realmente se necesita. Vemos que se despiden personas, pero despiden a 13 y nombran a 20 nuevos, y con mejores salarios. Entonces queda la duda de si realmente el país verá cambios o seguiremos viendo más de lo mismo. El Estado no puede seguir siendo el mayor empleador, no puede continuar con la mala práctica de que todo aquel que haga proselitismo deba ser nombrado. A este paso, no quedará país ni habrá futuro para las nuevas generaciones.

El autor es estudiante de segundo año/Universidad Tecnológica de Panamá.


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