Cuando la camiseta roja de la Selección de Panamá viaje hacia Toronto —para disputar dos partidos internacionales— y luego termine su gira cerca de Nueva York —la capital mundial de las finanzas, la moda y el arte— no estaremos ante simples compromisos deportivos: estaremos ante una oportunidad estratégica para que Panamá vuelva a encender las miradas hacia sí.
Toronto: diversidad, mezcla cultural… y un público ideal
La metrópoli canadiense es un ejemplo global de multiculturalismo. Según el censo de 2021, casi la mitad de la población del área metropolitana de Toronto (46.6%) nació en el extranjero. Además, más de la mitad de los residentes (≈55.7%) se identifica como “minoría visible”, es decir, proviene de una amplia mezcla de orígenes étnicos, raciales y culturales.
En otras palabras: Toronto es una ciudad hecha por migrantes. Allí conviven comunidades de Asia, África, América Latina, el Caribe y Europa… un mosaico humano.
Ese carácter cosmopolita convierte a Toronto en un público ideal para que Panamá se proyecte como destino multicultural, abierto y hospitalario, capaz de atraer turistas, inversionistas, compradores de bienes raíces, profesionales interesados en la diversidad y —muy especialmente— jubilados o personas de mediana edad que buscan calidad de vida en un país cálido, accesible y conectado.
Panamá: clima, calidad de vida y el atractivo de la jubilación
Para muchos ciudadanos del norte —como canadienses o estadounidenses— el invierno significa frío, nieve, mayores gastos en calefacción y una salud más vulnerable. Panamá ofrece lo opuesto: clima tropical, sin nieve ni inviernos adversos, con calidez natural y sencillez. Además, tenemos ventajas reales para quienes decidan mudarse:
El programa Pensionado Visa permite acceder a descuentos significativos: 50% en actividades de entretenimiento, 25% en transporte aéreo y servicios públicos, reducciones en salud, hoteles, restaurantes y transporte.
Según análisis internacionales sobre costo de vida, un retiro cómodo en Panamá puede costar menos de 2,000 dólares al mes, cifra atractiva para jubilados de Canadá o Estados Unidos.
El uso del dólar, la estabilidad relativa, la infraestructura y la conectividad aérea —con vuelos directos de Panamá a Toronto en unas 5 horas y 35 minutos— facilitan la transición.
Estos argumentos —clima, calidad de vida, beneficios para jubilados— cobran aún más fuerza cuando la presencia de Panamá se visibiliza en eventos internacionales, como ocurrirá con la selección nacional en Toronto.
Imaginemos: un canadiense de 65 años, próximo a jubilarse, lee que Panamá aparece en noticias deportivas. Luego ve reportajes sobre su clima, cultura, sistema de salud asequible y estilo de vida relajado. Esa chispa de curiosidad puede transformarse en una consideración seria: “¿Y si me retiro allá?”.
Nueva York: final de gira, centro global… y escenario de proyección
Cerrar la gira cerca de Nueva York no es casualidad; es visión. Nueva York es un símbolo mundial: finanzas, medios, moda, teatro, arte, diversidad, emprendimiento. Representa el mundo urbano en su máxima expresión.
Para Panamá, una buena presentación ante la prensa neoyorquina, medios deportivos y culturales, puede traducirse en:
Más turistas —estadounidenses y extranjeros— interesados en cultura, playa, naturaleza e historia.
Más inversiones inmobiliarias y proyectos turísticos.
Mayor visibilidad internacional, reforzando la marca país como destino moderno, seguro, conectado, pero con identidad propia.
Además, la comunidad panameña en Estados Unidos es significativa: se estima en alrededor de 240,000 personas. Esa diáspora actúa como puente y multiplicador de turismo, inversión y conexión cultural.
¿Y el fútbol? Una excusa —pero también un catalizador
El deporte mueve pasiones, rompe fronteras y genera atención mediática. Que nuestra selección juegue en Toronto y cierre en Nueva York hará que centenares de miles —canadienses, estadounidenses, latinos, hispanos, turistas potenciales— vuelvan a mirar a Panamá. Pero lo verdaderamente importante no es solo eso: es lo que hacemos con esa atención.
Si el Estado, el sector privado, el turismo, la prensa y la sociedad civil acompañan esos partidos con una campaña de diplomacia cultural, turística y económica —promoviendo nuestras playas, nuestra historia, nuestra biodiversidad y calidad de vida— el impacto podría ser real, duradero y medible.
Conclusión: más allá del gol, una invitación a conocernos
Estos partidos no son solo un evento deportivo; son una ventana. Una ventana para que Panamá —con su calor, su gente, su diversidad y su mezcla única— se muestre ante el mundo como lo que realmente es: un país puente entre culturas, un destino para quienes buscan calidad de vida sin nieve ni invierno, y un país moderno con raíces profundas.
El autor es abogado.

