En los últimos años se han inaugurado hospitales públicos con mejores instalaciones y, en teoría, mejor trato. Pero, al mismo tiempo, las listas de espera para conseguir una cita en el sistema de salud público se vuelven cada vez más largas.
Hay pacientes que esperan años para poder ser atendidos, y cuando por fin les asignan una cita, llega demasiado tarde. ¿Por qué un niño tiene que pagar con su vida el precio de una lista de espera que nadie quiere arreglar? ¿Por qué un hijo tiene que ver a su mamá deteriorándose en la casa por meses antes de poder ser atendida? Son preguntas que el sistema de salud público prefiere ignorar. En septiembre de 2025, se reportaron 33,527 personas en lista de espera para consultas y procedimientos pendientes en la CSS.
De nada sirve seguir inaugurando hospitales grandes, de cuarto nivel, si los pacientes no van a ser atendidos a tiempo. Podemos tener las mejores infraestructuras, la tecnología más avanzada y los mejores médicos, pero eso no sirve de nada si los pacientes viven con la incertidumbre de cuándo van a ser atendidos, si alguien los atenderá algún día y si, por fin, después de tanto tiempo, recibirán la ayuda que necesitan.
Los gobiernos creen que construir hospitales todos los años va a agilizar el proceso de las citas, pero la realidad es que no. Se pueden inaugurar cien hospitales en un año, pero si se descuida la prevención de las enfermedades y no se transforma el sistema, nada va a mejorar. Si los directores no ponen de su parte para arreglar este problema, que es muy crítico, seguirán existiendo nombres en una lista infinita de personas que lo único que quieren es ser atendidas. El mayor lujo en el sistema de salud panameño no es una cama: es una cita a tiempo. En Panamá celebramos hospitales modernos, pero nadie quiere hablar de los pacientes que mueren esperando atención. La salud no se mide en metros cuadrados, sino en vidas que no quedaron atrapadas en una lista de espera.
La autora es estudiante.
