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Retos de dirigir una institución pública



Con pena ajena, hemos visto en noticieros y redes sociales a funcionarios designados para dirigir instituciones públicas pasar vergüenza en la Comisión de Credenciales ante preguntas básicas como: ¿cuáles serán sus funciones en el cargo?, ¿cuál es la misión de la institución que dirigirán? o, incluso, fallar en respuestas elementales de geografía nacional. Resulta increíble ver cómo estos funcionarios titubean o evaden las preguntas de los diputados. Alegan fuera de cámaras sentirse nerviosos (lo cual es natural) o estar bajo los efectos de algún “medicamento”.

Este escenario caótico exige elevar los criterios de selección de los servidores públicos y ser más rigurosos con las competencias necesarias para ocupar altos cargos en el Estado. Además, toda persona designada para dirigir una institución pública debe comprender que su rol va más allá de administrar recursos o ejecutar políticas: implica una responsabilidad con la ciudadanía, el país y el futuro. En un mundo digital donde la información fluye con rapidez y la sociedad exige eficiencia, transparencia y resultados, dirigir una dependencia estatal requiere preparación técnica, visión estratégica y un profundo sentido de vocación de servicio.

El servicio público no es un empleo cualquiera; es una misión con impacto real en la vida de las personas. Cada decisión tomada en una institución pública repercute en el bienestar de los ciudadanos, la calidad de los servicios que reciben y la confianza en las instituciones. Sin embargo, con demasiada frecuencia vemos que quienes asumen estas responsabilidades carecen de la formación, la ética o la visión necesarias para enfrentar los desafíos del sector público.

Para dirigir una dependencia estatal de manera efectiva, es imprescindible conocer los aspectos esenciales de la administración pública. Esto implica entender el marco legal y normativo que rige el funcionamiento del Estado, gestionar con eficiencia los recursos administrativos y financieros, liderar equipos con una visión estratégica e inclusiva, formular e implementar políticas públicas alineadas con las necesidades sociales y, sobre todo, actuar con transparencia y rendición de cuentas. Sin estos elementos, cualquier intento de mejorar el servicio público quedará en meras intenciones.

El mundo ha cambiado, y con él, las exigencias para quienes lideran el sector público. Hoy no basta con aplicar modelos burocráticos tradicionales; se requiere una combinación de visión estratégica, inteligencia emocional e innovación. Un servidor público debe anticiparse a los cambios, diseñar políticas efectivas y gestionar equipos con liderazgo y empatía. También debe aprovechar la tecnología para optimizar procesos y mantenerse en constante aprendizaje. En esta era del conocimiento, dirigir con compromiso y preparación es clave para modernizar el servicio público.

Al asumir la responsabilidad de dirigir una institución pública, la persona designada debería preguntarse: ¿Para qué existe mi institución? ¿Cómo podemos hacer mejor nuestro trabajo? Aunque parezcan preguntas simples, son esenciales para definir la dirección y el impacto de su gestión. Una visión clara permitirá establecer objetivos concretos, optimizar procesos y garantizar servicios accesibles, eficientes y pertinentes para la población.

El servidor público también debe tener la determinación de transformar la institución que dirige, dejando una huella positiva en la sociedad. Su rol, además de administrar, debe centrarse en construir soluciones, actuar con sentido de urgencia ante las necesidades ciudadanas y fortalecer la confianza en la administración pública.

En definitiva, es momento de replantearnos la visión del servicio público. La ciudadanía espera mucho más que simples trámites burocráticos; requiere respuestas ágiles, atención digna y soluciones efectivas. Quienes dirigen las instituciones deben asumir su rol con responsabilidad y liderazgo, entendiendo que cada esfuerzo por mejorar la gestión pública es una inversión en el bienestar de toda la población.

El autor es administrador de empresas.


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