En los últimos meses se ha dado a conocer que el Lago Gatún tiene niveles tan altos de salinidad que allí se pescan corvina y pargo rojo, entre otras especies marinas, no simplemente el tradicional sargento de agua dulce. Además, el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan) ha atribuido la salinidad como la razón por la cual la planta potabilizadora de Miraflores ha tenido que disminuir su rendimiento y, en consecuencia, algunos sectores altos de la Ciudad de Panamá podrían quedarse sin agua.
Varias pueden ser las causas, pero las cifras demuestran un aumento significativo en la salinidad del Lago Gatún desde el uso de las esclusas ampliadas para barcos de tamaño Neopanamax, con sus famosas tinas de reciclaje de agua, a partir de 2016. Evidentemente, aquí hubo un error de diseño del sistema o todo apunta a ello. Con la estación seca prolongada e intensa por El Niño, posiblemente se magnifica la concentración de sal en las aguas del Lago Gatún. Ahora que tenemos esta nueva realidad, la intrusión de sal es muy evidente en el Lago Gatún, debemos analizar las implicaciones y posibles acciones a tomar como país, ya que el Lago Gatún está a punto de perder su condición como lago de agua dulce.
Queremos saber, ¿cuál es el nivel de entrada de agua salada procedente de los océanos y cuáles son las razones de esta situación? Esta información no es confidencial y no debe tratarse como tal. El Canal de Panamá es un bien público, y si su funcionamiento está alterando las condiciones básicas del Lago Gatún, nosotros, como público y ciudadanía, debemos estar al tanto de ello. ¿Qué sucedería si la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) dejara de utilizar las tinas de reciclaje de agua en las esclusas ampliadas en Agua Clara y Cocolí? Por un lado, se incrementaría el uso y la pérdida de agua en cada operación de las esclusas al no haber reciclaje, que aparentemente es la causa principal del aumento de salinidad en el Lago Gatún. No obstante, ¿se reduciría el nivel actual de salinidad? Necesitamos respuestas a estas preguntas y análisis para explorar posibles soluciones a estos problemas.
Dado que la salinidad afecta la ecología del Lago Gatún y, por consiguiente, el movimiento y supervivencia de las especies, surgen otras interrogantes: ¿Es factible instalar barreras físicas para evitar el tránsito de especies marinas desde las esclusas hacia el Lago? ¿Y para impedir que estas especies puedan salir del Lago hacia el mar en el lado opuesto? ¿Es posible obstruir el paso de las especies entre los océanos? ¿Existen barreras que puedan construirse, como las de burbujas, por ejemplo? ¿Hay garantías de que estas barreras funcionarán? En el caso de que las especies se trasladen de un lado a otro mientras consideramos posibles barreras, como mencionó un biólogo amigo, “esto es fascinante desde un punto de vista científico, pero aterrador desde una perspectiva ecológica”. Existe la posibilidad de que especies invasoras destruyan ecosistemas marino-costeros, no solo en aguas panameñas.
En cuanto a la obtención de fuentes de agua potable que no requieran desalinización, es necesario explorar alternativas que minimicen la salinidad. Actualmente, se extrae agua, supuestamente dulce, del Lago Gatún para ser tratada en las plantas de la ACP en Monte Esperanza en Colón, en Miraflores, y en Mendoza (Chorrera), así como en las plantas operadas por el Idaan en Escobal y Sabanitas.
Se ha iniciado la construcción de una nueva planta del Idaan en Cerro Tigre, que sería abastecida con agua del Lago en Gamboa, buscando evitar la salinidad. ¿Por qué no se finalizó la construcción de esta planta? ¿Será factible este proyecto en el futuro, considerando el creciente aumento de la salinidad?
Esta situación añade complicaciones a la gestión eficiente de los recursos hídricos en Panamá, un país con uno de los mayores índices pluviales del mundo. Es evidente que, entre ríos contaminados, la salinización del lago artificial de agua dulce y la pérdida del 40% del agua potabilizada debido a tuberías rotas, no se ha manejado adecuadamente este recurso vital. ¿Existe un plan integral para abordar esta problemática? Resulta insatisfactorio que la ACP proponga, por su lado, un plan de sostenibilidad de US$8.5 mil millones (del cual no se divulga el detalle al país), mientras que el Idaan carece de un plan y presupuesto definidos.
Como país, debemos hacer malabarismos para abordar los desafíos simultáneos del cambio climático, la presión de los usuarios del Canal para permitir más tránsitos y la provisión de agua a la población. Además, debemos tener presente que cada inversión en la región metropolitana incrementa la migración de personas desde otras áreas del país, lo que dificulta y encarece cada vez más la provisión de los servicios básicos necesarios.
Es fundamental abrir un debate público e informado sobre la situación crítica que enfrentamos. Es momento de dejar de lado la práctica de ignorar los problemas. La ciudadanía necesita información veraz, no las medias verdades que hemos escuchado en los últimos años.
Frente a los nuevos retos, incluida la alerta roja por el cambio climático, también debemos plantearnos: ¿Debe Panamá seguir dependiendo tanto del Canal? ¿Se busca el beneficio mundial? ¿Permitiremos la continua salinización del Lago Gatún? ¿La bioinvasión de especies marinas hacia otros cuerpos de agua? ¿Es necesaria la construcción de otra represa en el Río Indio, desplazando a más de 500 familias de sus hogares para subvencionar el consumo en Estados Unidos de productos manufacturados en Asia? Y, ¿continuaremos desperdiciando agua potable como lo hacemos actualmente?
Exigimos información pública y un debate ciudadano de manera inmediata.
La autora es miembro fundadora del Centro de Estudios y Acción Social Panameño.
