“¿En qué democracia cree el ciudadano común cuando la corrupción le roba el futuro, el aparato judicial no actúa y los crímenes contra el erario permanecen en la impunidad?”.
La cita hace parte del libro Sin miedo. Defender la democracia desde la democracia, del colombiano Fernando Carrillo Flórez, que fue presentado hace unos días en la Casa del Soldado, sede del centro cultural de España en Panamá. Y tal como lo evidencia la cita, se trata de un libro que plantea dilemas claves de estos tiempos de incertidumbres, populares liderazgos autoritarios y desprecio a los principios que forman parte de la convivencia democrática.
El autor de la obra lleva consigo, además, una experiencia extraordinaria, ya que formó parte de aquel grupo de jóvenes que al inicio de 1990 impulsó el movimiento de la séptima papeleta que hizo posible una nueva Constitución para Colombia, justo cuando el país estaba sumido en el horror de la violencia del narcotráfico. Los detalles de esa emocionante historia son también contados en el libro, resaltando el poder de los ciudadanos organizados y el valor que cada persona tiene en la construcción y defensa de una sociedad democrática.
El libro hace un detallado inventario de los males que sufren nuestras democracias estos días, y que no por conocidos dejan de impactar. Desde la constante burla de las reglas del Estado de Derecho, especialmente en lo que concierne a la independencia de los poderes; pasando por la decadencia de los partidos políticos y el financiamiento irregular de la política; el populismo y lo que Carrillo llama “el sultanismo tropical”; la omnipresente corrupción y la ausencia de la ética en la vida pública; la desinformación, el poder de las redes sociales y la consecuente polarización; hasta la indiferencia y el desencanto ciudadano.
Se trata, no cabe duda, de una lista de calamidades que han echado raíces por todos lados, y que han profundizado las aberrantes desigualdades que caracterizan a nuestras sociedades, abriendo el camino a demagogos de todo tipo.
Puede decirse que el libro de Carrillo es hijo de aquel famoso Cómo mueren las democracias de Steve Levistky y Daniel Ziblatt publicado en 2018, que analiza los procesos que van minando el sistema desde dentro, a partir de la llegada al poder de populistas que se benefician de las promesas incumplidas de la democracia, desmantelando de inmediato todas las instituciones que sustentan el sistema de libertades y garantías.
Carrillo conoció a los autores de Cómo mueren las democracias durante su paso por la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard, comprometiéndose a escribir la versión latinoamericana del peligroso fenómeno.
Pero a Carrillo le salió algo distinto, porque a pesar de incluir una descripción muy detallada de los peligros que enfrentan hoy las democracias, el libro constituye en realidad una especie de manual de guerra que nos insta a actuar y a organizarnos para defender la democracia con las armas de la democracia…. y sin miedo.
Con ese objetivo, el autor nos habla del singular concepto de capital democrático, que no es más que invertir en las instituciones de la democracia, fortalecerlas, protegerlas. Se trata, añade, de vigorizar su sistema inmune o sus estructuras de defensa, entre las que está el control constitucional, la separación de poderes, la justicia, los organismos de control, la libertad de prensa o las instancias que encaran la corrupción, una de las más graves amenazas que enfrenta la democracia estos días.
El concepto de capital democrático al que alude el autor, incluye a los partidos políticos, a quienes le asigna un papel estelar. Para Carrillo, la crisis de la democracia es en gran medida causada por la decadencia que viven mayoritariamente los partidos políticos, que han ido convirtiendo la vida política en una vía para el beneficio personal, a expensas de las necesidades de los grupos más vulnerables de la sociedad.
En esa misma línea Carrillo cita a los Parlamentos, tan desprestigiados estos días justamente por las fórmulas nada democráticas de representación que se han ido imponiendo, donde el populismo y la demagogia, ha sustituido al liderazgo ético y comprometido con el bien común.
“Las patologías no son de la democracia, sino de la política”, asegura Carrillo. En consecuencia, es claro que la defensa de la democracia pasa ineludiblemente por la renovación de la vida partidaria y la forma como se hace la política.
El profundo recuento que hace el autor sobre ese imprescindible capital democrático que urge fortalecer, incluye también al sector privado, como actor esencial en el logro de las metas de desarrollo nacional. Para ello, se requiere lógicamente, fortalecer las capacidades institucionales del Estado, para que las políticas sociales logren los cambios necesarios.
En esa línea, el autor se pregunta y nos pregunta: “¿cuánta desigualdad aguanta la democracia?”.
Ese capital democrático al que alude el autor, requiere también fortalecer el diálogo social y la educación ciudadana, para poner un freno a la peligrosa polarización que estos días se alimenta del ecosistema de algoritmos y desinformación, donde la estridencia zafia ha sustituido el debate sosegado.
La democracia no es un hecho cumplido, nos advierte Fernando Carrillo, y el mensaje de su libro es que actuemos en su defensa.
La autora es presidenta de la Fundación Libertad Ciudadana (TI Panamá)

