Entre los aportes de mayor trascendencia que realizó Sócrates a la humanidad considero que el desarrollo del denominado “método socrático” forma parte del grupo de los invaluables, en razón de que constituye uno de los pilares sobre los que descansa la educación basada en el razonamiento, la reflexión y estímulo del pensamiento crítico, lo que naturalmente conduce al aprendizaje depurado de cualquier preconcepción o prejuicio.
En primera instancia, la dinámica del referido método consiste en entablar un diálogo entre el maestro y el aprendiz con el propósito de relevar las ideas y conceptos preconcebidos ante el foco de la discusión, que posteriormente serán expuestos al contradictorio cuestionamiento sobre su validez lógica, con el propósito de aproximarse a una “definición perfecta”.
En términos similares –y quizás complementarios– la mayéutica es asociada con la etapa de cuestionamiento del “método socrático” porque ambos tienen como propósito que el aprendiz, mediante técnicas introspectivas, encuentre el camino hacia el conocimiento. El alumno debe servirse de sus herramientas intelectuales y reflexión para ponderar la veracidad de las ideas y arribar a su propia conclusión; de allí que Sócrates –en el sentido figurado– equiparara dicho mecanismo con el trabajo de las parteras, pues mientras que estas tenían como función asistir a las madres a traer a la luz a seres corpóreos, el trabajo del filósofo es semejante en el sentido de que debía asistir al aprendiz a traer las ideas a la luz.
En ambos métodos, el maestro se abstiene de inculcar el conocimiento en el aprendiz, pues considera que su rol está precisamente limitado a servir de guía o “partera” de ideas, a fin de que este encuentre el conocimiento por sus medios.
Las metodologías de enseñanzas que aplican nuestro sistema educativo distan de cualquier similitud con la esencia de tales métodos mencionados. Nuestros docentes siguen apostando por la aplicación de enseñanzas dogmáticas, desfavoreciendo de esa manera el aprendizaje significativo, que es fundamental para resolver los desafíos actuales que enfrenta la sociedad en materia educativa.
En ese sentido, es preciso replantear cuál es el rol que juega el docente en el proceso de aprendizaje. La aplicación del método socrático y la mayéutica como terapia educativa para la evolución intelectual puede ser una opción para combatir las falencias que presenta el sistema educativo en materia de aprendizaje. Podemos optar por ello y acoger la idea de que el rol del educador está limitado a guiar al estudiante hacia el conocimiento, o podemos seguir manteniendo la idea de que el docente es la fuente y transmisor del conocimiento. Lo cierto es que de esta decisión dependerá la formación intelectual de los ciudadanos que próximamente se incorporarán a tomar decisiones en la sociedad, las que pueden tener altas repercusiones, ya sean para bien o para mal.
