Prevenir enfermedades infecciosas como la tuberculosis es una tarea compleja, que va mucho más allá del diagnóstico oportuno o del acceso a tratamientos eficaces. El verdadero corazón de toda estrategia exitosa debe ser el paciente. Sin un enfoque centrado en las personas afectadas por la enfermedad y sus familias, todos los recursos invertidos serán insuficientes.
El paciente debe ser el centro, la razón y el motor de cada política sanitaria, tanto a nivel local como global. Sin embargo, no podemos esperar que quienes padecen esta enfermedad (muchas veces en silencio y en condiciones difíciles) sean expertos en microbiología, tratamiento, fisiopatología o desarrollo de vacunas. Tampoco podemos pedirles que estén al tanto de los avances médicos mientras luchan por sobrevivir en su día a día. Por eso, se necesita algo más: un compromiso social sostenido.
En Panamá, la Organización Panameña Antituberculosa (OPAT) ha sido ejemplo de este compromiso desde 1952. Más de siete décadas después, la OPAT continúa articulando los esfuerzos de la sociedad civil para llegar hasta quienes más lo necesitan. Científicos, salubristas, académicos y activistas se han unido bajo esta bandera para erradicar la tuberculosis en nuestro país.
En su reciente Asamblea General 2025, la OPAT destacó logros significativos del último quinquenio en áreas de prevención, educación comunitaria y científica, además de cooperación nacional e internacional. Pero aún hay mucho por hacer: Panamá necesita con urgencia reforzar el apoyo integral a pacientes y familiares, nutrición balanceada, incluyendo medidas para evitar los gastos catastróficos de los hogares más vulnerables. También requerimos estudios clínicos de fase 3 para vacunas contra la tuberculosis. Estos desafíos requieren el compromiso activo de toda la sociedad civil. Necesitamos sumar más voces y manos. Cada persona, desde su espacio, puede contribuir a fortalecer las estrategias multisectoriales que ya están en marcha.
Acabar con la tuberculosis en Panamá no es un sueño lejano, es una meta alcanzable. Sin embargo, para lograrlo debemos caminar juntos de manera solidaria. La salud no es solo responsabilidad del Estado o del médico personal: es un compromiso colectivo. Solo así, con unidad y empatía, podremos cerrar para siempre este capítulo doloroso de nuestra historia.
El autor es Presidente de la Organización Panameña Antituberculosa – OPAT, investigador del INDICASAT-AIP e integrante de Ciencia en Panamá.