ESCARMIENTO. El ministro Felipe Chapman prometió que, el próximo año, la aprobación del presupuesto “será distinta”. De los errores también se aprende.
VUELTAS. Por cierto, el ministro Chapman reclamó que, en el segundo debate, le hicieron la misma pregunta hasta en 20 ocasiones. Queda la duda de si no le estaban prestando atención cuando él respondía o, como él sospecha, era un intento por alargar el debate.
FUERA. Mientras el pleno legislativo discutía en tercer debate el presupuesto de 2025, a Chello Gálvez y sus secuaces no se les ocurrió mejor idea que atormentar a todos con una resolución que establece que, a partir de ahora, solo los diputados y sus suplentes habilitados podrán ingresar a las sesiones de la Comisión de Presupuesto. Gálvez asegura que esa prohibición no incluye a los periodistas, pero se negó a dejar esa aclaración por escrito. Ya no se le puede creer nada. En cualquier momento prenden una hoguera y lanzan ahí la ley de transparencia, el reglamento interno de la Asamblea, la Constitución y, si todo sigue como hasta ahora, a toda la bancada independiente.
DISPARATE. Osman Gómez dice que todo el berrinche de Vamos con la resolución que restringe el ingreso a la Comisión de Presupuesto se debe a que ahora no podrán estar allí sus asesores. Según él, hay que dejarlos fuera porque ocupan demasiadas sillas. ¿Será que no sabe que esos asesores tienen una labor y son parte de la planilla de la Asamblea? Este debe ser el primer intento documentado para convertir al personal con funciones específicas en simples botellas.
PATALETA. El viceministro de Finanzas, Fausto Fernández, reclamó a los diputados independientes porque, según él, manejaban información imprecisa sobre el proyecto de presupuesto. La culpa de eso sería del propio MEF: presentó dos proyectos distintos y una nota para incorporar varias modificaciones, que no había sido ni digitalizada ni compartida con todos los diputados. Si Fernández no quiere más equivocaciones, ya sabe lo que tiene que hacer.