Estamos tan acostumbrados a la tecnología que cuando usamos esta palabra solo pensamos en grandes avances. Su significado se ha convertido en el imaginario en casi ciencia ficción, aunque por qué negarlo, a veces sí llega serlo.
Pero, la tecnología comprende aspectos más sencillos que en muchas ocasiones pueden impactar significativamente la vida de las personas, sobre todo aquellas que viven con algún padecimiento. El hijo de Cecilia Fonseca, nació en los años 90 y vive con autismo. Ella comprende que en su caso, por ejemplo, la falta de internet limitó un poco para ellos la información “si la hubiera tenido quizás hubiese sido un aliado tanto en el diagnóstico como en el manejo de mi hijo, porque hubiese podido buscar a través de internet, haber conocido cosas que ni los médicos acá me podían decir”, comenta Fonseca, quien cree que a pesar de todo tuvo otro aliado tecnológico de su lado: la televisión.
“Con la televisión él aprendió mucho por imitación, por cosas que veía. Él no se pudo escolarizar porque no lo supieron manejar, ya que tenía un síndrome asociado que se llama Trastorno desafiante oposicionista”, comenta Fonseca, quien explica que se trata de un trastorno que los niños presenten falta de cooperación, desafiantes, negativistas, irritables, entre otros aspectos, a otras personas lo que dificulta su tratamiento por parte de especialistas.
“Entonces, bueno, la televisión le ayudó a que a pesar de que él no entró a la escuela a aprender a leer o a escribir, él sí reconoce algunas letras, él reconoce los símbolos. Se aprendió muchas banderas de países porque él es fan de los deportes”.
Fonseca explica que su hijo, ya más grande, utiliza las nuevas tecnologías para su entretenimiento. “Ver videos, programas o música que le gusta”.
Moderación
Fonseca explica que si bien la televisión era un aliado para ella y el entretenimiento de su hijo, él tampoco pasaba grandes cantidades de tiempo frente a la pantalla. Esta medida lo comparte la psicóloga clínica Ana Elisa Villalaz “hay que tener mucho cuidado con la cantidad de tiempo que se le permite a la persona exponerse a las pantallas, porque ya está científicamente comprobado que las pantallas de la televisión, los celulares, las tablets, las computadoras, influyen de forma negativa en el desarrollo del cerebro de un niño o de un adolescente e incluso hasta de los adultos, cuando se habla de exceso”, explica Villalaz, pero sin desmeritar que efectivamente se puede usar la tecnología y se utiliza como un recurso de apoyo terapéutico, puede facilitar la vida y la comunicación sobre todo de una persona con autismo, pero hay que saber cómo manejarlo y cómo llevar el control para que no se genere un problema mayor simplemente por estar expuesto a pantallas de forma excesiva.
Villalaz resalta que los sistemas de comunicación que se utilizan a través de las tablets o los celulares o las computadoras tienen la gran ventaja de que muestran una imagen de lo que el niño o la persona con autismo desea y cuando presionan esta imagen entonces el dispositivo habla, o sea el celular o la tablet, el programa que uno tenga instalado, entonces, habla y el niño puede aprenderse las palabras porque va a repetir lo que escucha del dispositivo o simplemente la otra parte de que está del otro lado de la comunicación escucha y entiende lo que el niño necesita.
Pero, hay que ser conscientes de que se habla del uso de la tecnología como una herramienta, no como un sustituto, es decir, que los cuidadores siempre deben involucrarse.
“La mejor forma en que una familia puede ayudar a una persona con autismo utilizando los recursos de tecnología es aprendiendo ellos mismos a usar los recursos y usarlos para darle un modelo al niño de cómo hacerlo. Muchas veces pasa que el terapeuta le enseña al niño y el niño se vuelve un experto usando el dispositivo o este recurso tecnológico cuando está en comunicación con su terapeuta, pero luego la familia no lo pone en práctica en el resto de la vida, del día a día, y esto hace que el aprendizaje no se pueda generalizar y que no ocurra un proceso expansivo, que es justamente lo que queremos evitar. O sea, nosotros queremos que ocurra una generalización del aprendizaje”, recomienda Villalaz, agregando que “el mensaje es para todos esos miembros de la familia que aprendan cómo utilizarlo, cómo sacarle el mayor beneficio para que así el niño tenga la oportunidad de expresarse y comunicarse y que en cualquier ambiente, en cualquier lugar y no solamente en el salón de terapia”.
La tecnología en Panamá
En el istmo, también han entendido la importancia que puede tener la tecnología en la vida de una persona con autismo, por eso, un grupo de investigadores crearon el árbol robot MyRoT, el cual es una representación del árbol barrigón. En su tronco tiene una pantalla con una imagen de un rostro (boca, ojos y cejas), que expresa gestos (feliz, triste, enojado y confundido) y mediante una bocina inalámbrica emite la voz del especialista (maestro, psicólogo, fonoaudiólogo, terapeuta ocupacional y otros), quien desde la aplicación de MyRoT instalada en su celular podrá hablar y crear la ilusión de que el árbol habla.
Herminia Peña, bióloga, coinventora de MyRoT (My Robot Tree), comenta que la creación MyRot fue casi a la mano de la crianza de su niño pequeño que vive con autismo. Ella notaba que, al igual que a su hijo, a otros niños con situaciones similares, el árbol les llamaba la atención.
Si bien, el árbol ha tenido buenos resultados, todavía se encuentra en estudios para poder utilizarlo de forma oficial y aprobado por el Ministerio de Salud. Casualmente, hoy se estarán presentando dichos resultados en la Universidad Latina de Panamá.
“En algunas de las pruebas con el árbol, tuvimos una ocasión en que más de tres niños que estaban en la terapia tradicional, se pararon de la terapia tradicional porque se acordaban de que el árbol estaba del otro lado, en un lugar donde no era visible para ellos, y ahí iban a buscar el árbol, a interactuar con el árbol. Entonces, eso en el autismo es grande, es muy significativo, porque las reacciones autoiniciadas en cuanto a la socialización en ellos varían mucho, a veces es nula, a veces es media, es baja, etc. Entonces nosotros tenemos en la mano ahora mismo un instrumento que se puede potenciar para la socialización y también la intención comunicativa, que es eso, levantarse, ir a donde estaba el árbol, abrazarlo, querer hablar con el árbol, etc.”, comenta Peña.


