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Universidad de Panamá: almácigo de ciudadanía cosmopolita

Queremos compartir una breve reflexión sobre la Universidad de Panamá en sus noventa años de existencia, máxime cuando nos preparamos también para su centenario en una década, lo cual deberíamos ir organizando desde ya.

Sobre esta institución existen libros importantes por señalar y decenas de textos al respecto. No quiero dejar de mencionar el opúsculo de 1985 de Patricia Pizzurno Gelós, intitulado Harmodio Arias Madrid y la Universidad de Panamá, que obtuvo el primer premio del concurso de ensayo patrocinado por la familia Arias Guardia y la revista Lotería. También destaco el libro de Katherine Muñoz Arango, La Universidad de Panamá en el pensamiento del doctor Harmodio Arias Madrid.

Traigo a colación estas obras por el particular interés de resaltar la figura de Harmodio Arias Madrid en la construcción de la Universidad, un rol que ha quedado algo opacado por la figura de su primer rector, Octavio Méndez Pereira. No puedo dejar de mencionar, además, la enjundiosa obra de César del Vasto, 'A contracorriente. Universidad de Panamá. Pasado y presente de las unidades académicas de la Universidad de Panamá’, de 339 páginas en una edición de lujo.

Un elemento conductor de nuestro quehacer universitario se podría sintetizar en las palabras de Méndez Pereira durante la inauguración de este templo del saber:

“En las naciones débiles y pequeñas como la nuestra, sobre las cuales se ciernen los nubarrones del imperialismo, cultura general, ciencia e investigación significan, más que ninguna otra cosa, autonomía, personalidad y libertad efectivas. Por eso consideré siempre una obra del más elevado patriotismo la creación y formación de nuestra Universidad”.

Las instituciones educativas como el Instituto Nacional y la Universidad de Panamá necesitaban formar profesionales, pero más que eso, forjar personalidad ciudadana. Dicho en otros términos: la naciente República, bajo la influencia del imperio, requería formar dentro de su propia sociedad a aquellos ciudadanos cuyos valores estuviesen alineados con su propio desarrollo histórico. Esto implicaba, entre otras cosas, la toma de conciencia sobre temas neurálgicos como la soberanía.

No podemos perder de vista esa función esencial de la Universidad en la formación de la conciencia ciudadana.

Siguiendo la reflexión de Kant, el cosmopolitismo es la consideración de que somos “ciudadanos del mundo”, cuyo horizonte de posibilidad se encuentra en la comunidad ética universal. Bajo el supuesto de que vivimos en una realidad glocal —es decir, donde se entrelazan lo global y lo local—, en estos noventa años de existencia de la Universidad de Panamá la reivindicamos como almácigo de ciudadanía cosmopolita.

El autor es profesor de la Universidad de Panamá y doctor en Filosofía.


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