En esta ocasión quiero referirme a Víctor Ávila Ducasa, ilustre panameño nacido en 1939. Jugó un papel fundamental en la gesta patriótica de enero de 1964, encabezada por los institutos. Fue secretario general de la Federación de Estudiantes de Panamá entre 1962 y 1965. Sus estudios universitarios los realizó en la Universidad de Panamá y en la Universidad de Chile, país al que regresó en la década de 1970 y donde también impartió clases. Por vínculos familiares, tras su jubilación volvió a las tierras de Allende y Neruda, donde recientemente falleció a los 86 años. No obstante, su principal magisterio lo desarrolló en la cátedra de Historia de la Universidad de Panamá.
Como lo describe Miguel Montiel en su autobiografía Nostalgia Azul:
“Ahumada, junto con César ‘Tuto’ Arosemena y Víctor ‘Vitito’ Ávila, alias ‘Barbarroja’, formaban la trilogía perfecta de oradores de la dirigencia estudiantil panameña de los años sesenta. La FEP y la UEU marchaban juntas bajo la bandera del nacionalismo, el antiimperialismo y la lucha contra la oligarquía… el movimiento estudiantil panameño vivía entonces su utopía revolucionaria”.
Esta es una llama que aún se mantiene viva y que no puede apagarse por la voluntad autoritaria de ningún gobierno. En ese sentido, es importante la memoria de personas como Ávila.
Además de ocupar la cátedra, fue secretario privado del rector de la Universidad de Panamá, el Dr. Abdiel Adames, entre 1986 y 1991. Su principal obra puede considerarse Concepción marxista del hombre y de la historia, publicada en 1973 en Chile, resultado de la tesis para optar por el título de licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad de Panamá ese mismo año.
En 1998, el Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) publicó una recopilación de artículos titulada Panamá: luchas sociales y afirmación nacional. Allí se agrupan gran parte de las ideas de Ávila sobre la nacionalidad y la soberanía. Son artículos que abarcan desde el tratado colonialista de 1903, una revisión de los hechos de 1964 como ruptura histórica y parteaguas en el siglo XX, hasta la crisis de la República oligárquica y la forma en que esos sectores siempre se cuelan en todos los gobiernos. También profundiza en la relación entre la Universidad, la nación y la necesidad de una reforma universitaria, reconociendo el relevante papel ejercido por Ricaurte Soler. En la última parte recuerda a pensadores panameños como Rodrigo Miró, Miguel Ángel Martí y Rafael Moscote.
Sin lugar a dudas, nos faltan reflexiones de esta envergadura en estos tiempos de extravío intelectual.
El autor es doctor en filosofía.
