Dragones heridos: un monumento chino demolido, una alcaldesa señalada y la indignación nacional

Dragones heridos: un monumento chino demolido, una alcaldesa señalada y la indignación nacional
Detalle del dragón chino que se encontraba en la pagoda que integraba el monumento que fue derribado por la Alcaldía de Arraiján.

La noche del sábado 27 de diciembre, en la oscuridad, comenzó a consumarse un hecho que sacudiría la memoria colectiva del país. Bajo el amparo de las sombras, sin anuncios previos ni explicaciones públicas, el monumento chino del mirador del Puente de Las Américas empezó a ser demolido mientras la ciudad dormía y el ruido de la maquinaria se confundía con el viento del Pacífico.

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Ese mismo sábado, casi de manera furtiva, las primeras imágenes comenzaron a circular. Eran fotografías y videos fragmentados, tomados a distancia, que mostraban estructuras derribadas y restos dispersos. No había aún una indignación masiva, sino desconcierto: la sensación de estar presenciando algo que no debía ocurrir o que, al menos, no debía ocurrir de esa manera.

Fue al amanecer del domingo 28 cuando la indignación tomó cuerpo. Las redes sociales se incendiaron, los mensajes se multiplicaron y el silencio de la noche dio paso a un estruendo público de críticas, reproches y exigencias de explicaciones. El tema dejó de ser un rumor para convertirse en una herida abierta en la conversación nacional.

Dragones heridos: un monumento chino demolido, una alcaldesa señalada y la indignación nacional
La mayor parte del monumento fue demolido. Alexander Arosemena

Las miradas se dirigieron entonces hacia la Alcaldía de Arraiján, encabezada por Stefany Dayan Peñalba, señalada como responsable de una decisión ejecutada sin luz, sin aviso y sin un diálogo visible con la comunidad afectada. La demolición ya no era solo un acto administrativo: se había transformado en un símbolo.

El monumento, que si bien no contaba con una declaratoria legal de patrimonio histórico, había sido inaugurado en 2007 para conmemorar los 150 años de la presencia china en Panamá. Fue levantado como un gesto de reconocimiento a una comunidad que echó raíces en el país desde la adversidad, el trabajo duro y la persistencia silenciosa.

Durante años, su arco y su pagoda miraron al Pacífico como testigos inmóviles de una historia construida sin estridencias. Eran estructuras modestas, pero cargadas de significado, hoy abruptamente interrumpidas por una decisión que llegó sin despedida.

Ante la avalancha de críticas, la alcaldesa justificó la demolición alegando un riesgo estructural. Defendió la actuación municipal y sostuvo que se trató de una decisión sustentada en criterios técnicos y legales, tomada —según dijo— en función de la seguridad y no de consideraciones políticas.

“Asumimos la responsabilidad de las acciones preventivas realizadas en el Mirador del Puente de Las Américas. Todo se hizo con la legalidad debida”, afirmó Peñalba en un comunicado. Subrayó, además, que la medida fue “una decisión autónoma y técnica que no atiende a ninguna presión política”.

La alcaldesa rechazó que la demolición implicara desconocer el aporte histórico de la comunidad china y aseguró que estaba “muy distante de ofender o negar el legado cultural de la comunidad china en Panamá”. En su mensaje, adelantó que la Alcaldía se encargará de la renovación del mirador y de su proyección turística.

Arraiján, dijo, busca posicionarse como un espacio “panameño y multicultural”. Sin embargo, el comunicado cerró con un tono distinto, al lanzar un mensaje directo a sus críticos: “Y a los que se están aprovechando, dejen de estar pescando en río revuelto”.

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La alcaldes de Arraiján, Stefany Peñalba, junto a la embajadora de China en Panamá, Xu Xueyuan. Cortesía

Este medio intentó contactar a la alcaldesa de Arraiján para ampliar sus declaraciones, pero no respondió a las llamadas ni a las solicitudes de entrevista realizadas tras la difusión del comunicado.

Un video de la propia Alcaldía de finales de enero de 2025 reportaba que estaban revitalizando el “icónico espacio para convertirlo en un verdadero punto de encuentro para locales y turistas”. No se hablaba de demolición.

Memoria cultural

Aunque el monumento no tenía una declaratoria de patrimonio histórico, el Ministerio de Cultura sostuvo que sí contenía un valor cultural relevante. Para la entidad, el sitio simbolizaba la memoria histórica y el valioso aporte de la comunidad china al desarrollo social, económico y cultural de Panamá.

En un comunicado oficial, el Ministerio subrayó que, como rector de la política cultural, la memoria colectiva, los símbolos culturales y los espacios de representación histórica son pilares fundamentales del patrimonio panameño y, por tanto, deben ser tratados con respeto, diálogo y consulta.

La institución reiteró que estos procesos deben garantizar transparencia, participación y sensibilidad frente a la diversidad cultural, especialmente cuando están en juego símbolos que representan a comunidades históricamente arraigadas en el país.

“El Ministerio de Cultura se suma al llamado del presidente de la República, José Raúl Mulino, para el esclarecimiento de lo ocurrido”, señaló la entidad, al tiempo que manifestó su disposición para acompañar acciones que permitan preservar la memoria histórica y fortalecer la convivencia intercultural.

Además, anunció que promoverá espacios de diálogo con los actores involucrados y trabajará en iniciativas orientadas a resignificar, visibilizar y honrar el legado de la comunidad china en Panamá, a través de procesos concebidos a partir del consenso.

En paralelo, el presidente José Raúl Mulino se pronunció y rechazó de manera expresa la destrucción del monumento. Ordenó su inmediata restauración en el mismo sitio y dispuso la apertura de una investigación para determinar responsabilidades.

Conflicto diplomático

Mulino recordó que el monumento representa a una comunidad con 171 años de presencia en Panamá y lo calificó como un elemento cultural ancestral. Su reacción reavivó un debate que, en realidad, ya había surgido meses atrás.

El 24 de julio, durante una conferencia de prensa, el mandatario había sido consultado por un periodista de The Washington Post sobre el futuro del monumento, ante la preocupación de la comunidad china por la falta de renovación del convenio municipal que respaldaba su permanencia.

En esa ocasión, Mulino dijo no tener “nada que ver con eso” y aseguró que el monumento ha estado allí “desde que tengo memoria”. “Yo no tengo ninguna objeción de que se mantenga ahí”, afirmó, descartando además que el tema tuviera relación con tensiones entre China y Estados Unidos.

“Ya eso es estirar demasiado la soga, ridículamente estirar la soga”, insistió, al recordar que, aunque Panamá mantiene relaciones diplomáticas con China, su principal socio estratégico sigue siendo Estados Unidos.

“Tenemos relaciones con China, pero nuestro socio estratégico comercial en materia de seguridad, turismo, visados, migración, etcétera, es y será Estados Unidos de América”, declaró entonces el mandatario.

El tema resurgió semanas después, en un contexto marcado por las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump, quien afirmó que el Canal de Panamá opera bajo influencia china, una acusación que el Gobierno panameño ha negado de forma rotunda. Incluso, durante sus visitas al país este año tanto el secretario de Estado, Marco Rubio, como el secretario de Guerra, Pete Hegseth, insistieron en su incormomicad por la presencia china en los alrededores del Canal.

Sobre el monumento, Mulino se mostró claramente a favor de su conservación. “Sería una gran lástima que ese bonito sitio se pierda por locuras o rigideces procedimentales”, dijo, al señalar que el lugar debía renovarse, no desaparecer.

Incluso hizo una analogía con la emblemática puerta de entrada al barrio chino en la avenida B de la ciudad de Panamá: “Imagínese que mañana digan que hay que tumbar esa puerta porque afecta la atención política de China con los Estados Unidos. Una barbaridad”.

En mayo pasado, la Sociedad de Beneficencia Fa Yen y la Asociación China de Panamá ya habían advertido sobre el futuro del sitio. En una carta enviada a la alcaldesa expresaron su inquietud por unos bosquejos arquitectónicos difundidos en redes sociales.

En esos diseños no figuraban las estructuras representativas de la comunidad china actualmente ubicadas en el mirador. Aunque respaldaron la idea de embellecer el área, solicitaron ser incluidos en el proceso de rediseño.

Las organizaciones incluso ofrecieron cubrir los costos de restauración y mejora de los monumentos. Hoy, tras la demolición consumada en la oscuridad de una noche de diciembre, esa oferta resuena como una oportunidad que llegó demasiado tarde.


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