El reloj marcaba las 8:00 a.m. cuando comenzaron a depositarse los primeros votos en las urnas dispuestas en el Centro de Convenciones Vasco Núñez de Balboa. Afuera, el ambiente olía a expectativas viejas y ambiciones nuevas. Era domingo, pero el Partido Panameñista no descansaba: se jugaba su futuro inmediato. Para muchos, la contienda interna tenía más que ver con la supervivencia política que con una simple elección de directiva.
Desde temprano, los convencionales llegaron envueltos en banderas moradas, rojas y amarillas, símbolos que parecían recuperar brillo después de meses opacos. Entre los primeros en presentarse estaba el empresario Carlos Raúl Piad, quien buscaba encabezar el colectivo. Sin embargo, dos cosas se hicieron evidentes con el paso de las horas: el dominio territorial de Jorge Herrera, diputado y presidente de la Asamblea Nacional, y la maquinaria interna que lo respaldaba con disciplina casi quirúrgica.
Adentro, el murmullo crecía conforme avanzaba la mañana. A las 8:45 a.m. llegó Herrera, con paso calculado y sonrisa contenida. Saludos, abrazos, cámaras, micrófonos: su presencia parecía confirmar lo que muchos ya comentaban en voz baja. El favorito había llegado. Lo demás sería cuestión de tiempo.

A medida que avanzaba la mañana, llegaban dirigentes. Algunos, como el exministro de Salud José Manuel Terán y el exgobernador de Bocas del Toro, Ubaldo Vallejos, mostraron su apoyo a Piad. También lo hizo la expresidenta Mireya Moscoso, quien planteaba un cambio a lo interno del colectivo político.
A Herrera lo respaldaban el expresidente Juan Carlos Varela; su hermano, el diputado José Luis Varela; el actual presidente del partido, José Isabel Blandón; y otros diputados, como Medín Jiménez, de la provincia de Chiriquí.
Momento en que se anuncia que el nuevo presidente del Partido Panameñista es Jorge Herrera.
— La Prensa Panamá (@prensacom) November 23, 2025
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La tendencia
Las tendencias comenzaron a filtrarse antes del mediodía. Dirigentes de mesa compartían miradas que decían más que las palabras: una ventaja amplia y constante favorecía a Herrera. Para entonces, el partido entero parecía respirar una mezcla de resignación, alivio y vértigo.
Poco después, se divulgaron las cifras oficiales. De los 1,269 convencionales que votaron, 884 sufragios favorecieron a la nómina de Herrera. El triunfo no dejaba espacio para dudas ni interpretaciones. El diputado coclesano consolidaba así el control del partido, y lo hacía en un momento en que el colectivo aún intenta recuperarse del golpe político que supuso la fallida fórmula presidencial Rómulo Roux–José Isabel Blandón en las elecciones del pasado 5 de mayo de 2024.
En el escenario, mientras recibía el anuncio de su proclamación, Herrera proyectaba la seguridad del político curtido en la calle y la tarima. “Como ustedes conocen, ya hoy no hay dos nóminas; hay una sola nómina, que es la unidad del partido”, dijo, arrancando aplausos incluso de quienes apoyaron la otra opción. Llamó a Carlos Raúl Piad a subir con él, un gesto simbólico para cerrar la contienda sin heridas visibles.
En su discurso, Herrera insistió en que el respaldo obtenido “no era de Jorge Herrera ni del 70% que votó a favor, sino de todo ese grupo de trabajo” que busca llevar al Panameñismo nuevamente al poder en 2029. Era un mensaje directo, diseñado para despejar dudas y marcar un horizonte común después de meses de incertidumbre.
Aunque su mandato como presidente del partido inicia formalmente en enero, dejó claro que no esperará hasta entonces. “Desde ya, a partir de mañana, yo soy hombre de trabajo, de decisiones”, prometió.
Anunció una “hoja de ruta sistemática” para fortalecer las estructuras del colectivo, desde las juntas comunales hasta las diputaciones, pasando por la construcción de una oferta presidencial competitiva.
Llamado a la unidad
Su llamado a la unidad fue insistente. “Yo no soy de subir paredes; yo soy de crear puentes”, dijo en uno de los momentos más celebrados de la tarde. Subrayó que las opiniones diversas no son amenazas, sino herramientas para “mejorar y transformar la vida política”. Era un intento explícito por marcar distancia de liderazgos panameñistas pasados, más rígidos y confrontativos.

Herrera también habló de compromiso, dedicación y decisiones difíciles. Aseguró que trabajará con una directiva que mezcle juventud, experiencia y vocación de servicio, porque “es lo único que nos puede llevar a lograr los objetivos”.

Recalcó que la oposición que ejercerá el Panameñismo no será ciega ni caprichosa: “Cuando haya que cuestionar, lo haremos; cuando las decisiones sean beneficiosas para el país, también lo reconoceremos”.
Antes de cerrar, Herrera volvió a la raíz de todo: su propia historia. Recordó que nadie apostaba por su bancada antes del 1 de julio y que, sin embargo, lograron presidir la Asamblea.
Ese mismo espíritu, dijo, será el que lleve al Panameñismo a fortalecerse y recuperar la confianza del electorado. Lo dijo con la convicción del hombre que se sabe ganador, pero también con la cautela de quien entiende que el camino hacia 2029 apenas comienza.

