El presidente José Raúl Mulino reconoció este jueves 20 de noviembre, durante su conferencia habitual, que los polémicos espacios de negociación paralela en la Asamblea Nacional —conocidos como “el cuartito de matraqueo”— persistirán en sesiones como las de traslados de partidas, luego del episodio ocurrido este miércoles.
El origen de la controversia está en la aprobación de traslados de partida al Ministerio de Obras Públicas (MOP) en la Comisión de Presupuesto del legislativo. Los diputados analizaron el miércoles 41 solicitudes por un total de 85 millones de dólares.
Tras el debate —y luego de supuestas reuniones informales o negociaciones privadas en “el cuartito”—, se aprobaron 28 traslados, con un monto inferior, cercano a 71.8 millones de dólares.
La posición del presidente
La Prensa le preguntó este jueves al mandatario si le parecía preocupante que este tipo de dinámicas se repitan en el Legislativo, Mulino fue claro: “Va a seguir pasando, lo triste es que va a seguir pasando”.
Admitió que, aunque no tenía conocimiento directo del incidente reciente, no le sorprende dada la cultura legislativa prevaleciente.
El mandatario defendió, sin embargo, su visión del presupuesto público: “El presupuesto del Estado no está hecho por diputado ni por circuitos electorales. Yo le he abierto las puertas a los diputados: si uno quiere hacer una carretera, que presente el proyecto al MOP, que se haga la licitación correspondiente, y se construya. Yo no tengo problema con eso”.
Mulino hizo énfasis en que el presupuesto debe entenderse como global, y no como un botín para que cada diputado dirija fondos a su circuito: “Lo que no podemos permitir es que se sigua usando, para el insulto y enfrentamiento, esa plataforma de debate. No podemos microadministrar el presupuesto de inversión en función de las querencias del Órgano Legislativo”.
Para el presidente, permitir que cada diputado use su poder legislativo para redirigir inversiones a favor de su distrito es un camino contraproducente: “Nos van a caer los alcaldes, los representantes y todo el mundo porque van a decir: ‘quiero mi escuela, quiero mi calle, mi canchita’… eso sería un desorden”.
Sobre el chantaje político
Ante la pregunta directa de si esta práctica equivalía a un chantaje legislativo, Mulino evitó entrar en detalle y devolvió la responsabilidad a los diputados:
“No voy a hablar de eso, pregúntele allá (a los diputados)”, respondió.



