El 2025 ha marcado un repunte de la violencia en Colombia que podría generar eco en la política de seguridad panameña. Atentados recientes, como el registrado el pasado jueves en Cali, que dejó seis muertos y 76 heridos, y el derribo de un helicóptero militar en Antioquia, con 13 fallecidos, evidencian que los grupos disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) mantienen capacidad operativa suficiente para controlar amplios territorios.
A esto se suma la presión estadounidense sobre Venezuela, donde el gobierno de Donald Trump elevó al Cartel de los Soles a la categoría de organización terrorista extranjera y duplicó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a la detención del gobernante Nicolás Maduro.

Narcotráfico a través de Darién
Para Panamá, estos eventos no son ajenos. El sociólogo Danilo Toro advierte que “el primer efecto que podemos esperar es un alto riesgo de exposición a la migración de los grupos que están siendo declarados objetivos militares”. En el programa Cuarto Poder, de Telemetro, Toro recordó que el tapón del Darién, históricamente un corredor migratorio, se ha convertido en un espacio donde narcotráfico y violencia se han entrelazado con el flujo de personas.
“Estamos ante la onda expansiva y debemos estar alerta porque el narcotráfico se acomoda”, advirtió.

El exministro de Seguridad Pública, Juan Pino, amplía esta perspectiva: “Panamá es un país de tránsito de droga. El Clan del Golfo opera muy cerca de nuestra frontera, en un área que siempre ha sido gris para Colombia. Ellos buscan expandir su negocio y utilizan cualquier oportunidad”, dijo en conversación con La Prensa.
Pino recordó que la producción de droga en Colombia se ha multiplicado en los últimos años, lo que ha fortalecido el poder económico del crimen organizado y su capacidad de proyectarse más allá de sus fronteras.
Protección de puertos y coordinación internacional
El pasado jueves, el ministro de Seguridad Pública Frank Ábrego, dijo que los carteles de la droga, a la vez que utilicen el territorio panameño como puente o paso, impacta en los puertos panameños que a nivel internacional mueven una gran de contenedores. “Hemos creado una fuerza de tarea para la protección de los puertos (...)”, añadió.
Recordó que cuando en Panamá se acumulan más de 50 toneladas de droga que no se puede incinerar, se coordina con la DEA para su traslado a Estados Unidos y destruirla.

Lecciones históricas y temores regionales
El análisis histórico también alerta sobre posibles escenarios si se toma en cuenta el tema de Venezuela. En una nota del pasado 11 de agosto, The New York Times trajo a escena la intervención estadounidense en Panamá en 1989 para deponer al dictador Manuel Noriega, hecho que dejó una huella imborrable: cientos de víctimas y un país marcado por la geopolítica externa. El rotativo citó a Christopher Sabatini, investigador de Chatham House, quien argumentó que movimientos de este tipo “tocan fibras históricas y profundamente sentidas sobre las intervenciones estadounidenses en América Latina”. Cualquier acción de Washington en la región revive temores históricos sobre soberanía y consecuencias militares inesperadas, manifestó.
Mercedes De Freitas, directora ejecutiva de Transparencia Internacional Venezuela, dijo tener poca información sobre los movimientos de Estados Unidos en las aguas del Caribe. Consultada por este medio sobre el asunto, dijo que entiende que el narcotráfico es un gran problema en Venezuela, pues por esa nación transita el 24% de la droga que circula en el mundo. “Estamos hablando de cifras extraordinarias. Los grupos criminales que manejan esa droga tienen, según organismos internacionales, relación con los órganos de seguridad y defensa de Venezuela, y se habla del Cartel de los Soles, formado por generales que tienen ‘los soles’ en las carreteras”, sustentó.

“Es un problema gravísimo. Ahora, la lucha del nuevo gobierno de Estados Unidos incorporando la fuerza armada nos da bastante miedo. No sabemos hasta dónde puede llegar ese tipo de acciones”, añadió.
Escenario complejo para Panamá
Toro y Pino coinciden en que la combinación de violencia en Colombia, presión militar sobre Venezuela y la proyección de grupos criminales hacia Panamá genera un escenario complejo: el país podría enfrentar aumentos de migración irregular, la intensificación de rutas de tráfico ilícito y desafíos constantes para sus fuerzas de seguridad.
El Darién, se convierte en un espejo de los conflictos de los vecinos, asunto que obliga a Panamá a mantener políticas de contención y vigilancia, incluso frente a amenazas que exceden su control directo.

Toro alerta que “el narcotráfico no espera; se adapta a la presión militar y a las rutas que se abren con la migración forzada. Esto significa que Panamá debe ser proactivo, porque el tapón del Darién puede convertirse en un punto crítico de tránsito de drogas y de violencia organizada”.
Pino agrega: “El problema no es solo la presencia del Clan del Golfo. Las redes de tráfico se conectan con actores locales, y cualquier desestabilización en Colombia o Venezuela se refleja aquí casi de inmediato”.
The New York Times también resalta la dimensión internacional del fenómeno: “La estrategia de Estados Unidos para golpear los carteles en Venezuela tiene repercusiones directas en países vecinos, que deben prepararse para un aumento de la violencia transfronteriza y la migración irregular”.
Para los expertos, el mensaje es claro: Panamá debe equilibrar la vigilancia fronteriza con medidas preventivas en seguridad ciudadana, mientras observa de cerca cómo la geopolítica regional influye directamente en su territorio.
En síntesis, Panamá enfrenta un riesgo creciente, marcado por la proximidad de actores armados, la expansión de rutas de narcotráfico y la sombra de intervenciones externas.

