Crear un robot ya no es cuestión de ingenieros o de programaciones intrincadas.
Hoy, es un mundo que dominan los niños y adolescentes, con provechos favorables para el sector educativo.
Aunque aún incipiente en el país, la robótica educativa se abre camino en diversas escuelas nacionales y en el corazón de los estudiantes, quienes ya miran con buenos ojos esta experiencia.
El torneo nacional de robótica estudiantil RoboCup Junior convocó en su primera versión, el año pasado, a 168 equipos estudiantiles.
Este año, la competición, cuya etapa final se efectuó los pasados 30 y 31 de mayo, congregó un total de 223 grupos provenientes de las 10 provincias, que presentaron propuestas heterogéneas en sus diferentes categorías, informa la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt).
Para el coordinador de proyectos de robótica educativa de Senacyt, Serafín Blis, hace apenas tres años que la robótica era vista en el país como un mito, “como algo inalcanzable”, dice.
Blis recuerda que con el inicio del plan piloto de robótica en 2012, se contaba con la participación de unas 50 escuelas oficiales.
Actualmente, Senacyt atiende a unos 300 colegios con el desafío de poder desarrollar el plan en todas los planteles del istmo.
La subdirectora de innovación en el aprendizaje de Senacyt, Kathia Pittí, mira con buenos ojos el programa.
“Hemos visto el potencial de nuestra juventud y niñez, ahora toca apoyarlos en aumentar sus habilidades y conocimientos en esta destreza”, apunta la especialista.
Como primera actividad, la institución planea darle continuidad a los clubes de robótica ya formados, con la entrega de nuevos kits de niveles superiores, que aseguren un avance gradual en el aprendizaje.
“La robótica es una pericia multidisciplinar”, asevera Pittí, quien explica que otras materias, como matemática, física o la informática, por ejemplo, pueden integrarse con ella.
“Tenemos casos en donde docentes de español utilizan los prototipos en clase para que los niños cuenten historias y redacten”, añade.
Curiosamente, las reacciones en los chicos suelen ser positivas.
Un artículo publicado por el rotativo El Mundo asegura que en las aulas españolas, los pequeños sienten fascinación por la práctica “desde el primer minuto”.
Con esto último concuerda Lorena Degracia, quien desde el Panama Stem Education procura llevar la disciplina como una actividad extracurricular.
Enseñanza con miradas científicas
La tarde del miércoles se pintaba enérgica en el Panamá Stem Educaction, ubicado en la Ciudad del Saber.
El sosiego habitual de la zona se rompía con las voces festivas de una decena de pequeños de entre 6 y 10 años, que a las 3:00 p.m. asistían a su clase extracurricular de robótica.
El proyecto escogido para ese día los entusiasmaba. Dejarían a un lado su clase habitual, pues su maestra les había informado que tendrían visita.
“Así es que decidieron construir un avión para la ocasión”, explica la directora Lorena Degracia.
El Panamá Stem Education abrió sus puertas a comienzos de este mes en el primer alto del Centro de Innovación de la Ciudad del Saber, con la premisa de ofrecer a niños y jóvenes entre los 3 y 17 años, programas de robótica educativa.
Afirma Degracia que el proyecto nació del interés de sus propios hijos por ahondar en esta disciplina.
El centro que dirige, y cuya inauguración oficial será el próximo lunes, procura abordar la robótica desde las disciplinas académicas STEM, cuyas siglas en inglés se refieren a la ciencia, tecnología, ingeniería, informática y matemática.
Igualmente, “nos enfocamos en los pilares de la educación estipulados por Unesco: aprender a hacer, a ser, conocer y convivir”, añade la directiva.
La metodología y materiales se apoyan en el sistema Lego Education, que a su vez avala a este centro de aprendizaje.
Así, tres niveles de enseñanza, bautizados como Duplokids, MecaJuniors y Mindstorms, se imparten una vez a la semana por un período de tres meses.
“Al culminar el último nivel, los chicos estarían preparados para participar en competiciones como la RoboCup Junior o en proyectos y ferias científicas escolares”, agrega Degracia.
Visión y faenas
Tras media hora de faena, los pequeños habían culminado su proyecto.
Los aviones prometidos para el día cumplían con los requisitos solicitados: tenían sensores de inclinación, un motor, engranajes, un eje y un hub USB.
Y es que desde muy temprano los chicos van conociendo el funcionamiento mecánico de las piezas simples, hasta llegar a un nivel programático, cuando es necesario aplicar la lógica y la creatividad para resolución de conflictos, explica la directora del centro.
Con ella coinciden la subdirectora de innovación en el aprendizaje, Kathia Pittí, y el coordinador de proyectos de robótica educativa, Serafín Blis, ambos de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), quienes aseguran que durante estas tareas el niño ejecuta roles que ayudan a desarrollar habilidades sociales y académicas.
Por otro lado, la incursión en este tipo de disciplinas podría devengar, a futuro, en nuevos profesionales en los campos científicos y tecnológicos, como se prevé en el Plan Estratégico Nacional de Ciencia y Tecnología 2015-2019 (Pencyt).
En tanto, Degracia asegura que el Panamá Stem Educaction fue concebido como un apoyo a la gestión que desarrolla Senacyt en materia robótica.
“Actualmente, trabajamos juntos en la organización de la Olimpiada Nacional de Robótica Panamá 2015”, prevista para el segundo semestre de este año.
Para ambos centros, el papel del docente es preponderante en esta disciplina.
Es por ello que, entre sus alcances, Panamá Stem buscará proveer capacitación a docentes interesados en ahondar en esta metodología.

