Esa creencia de que el padre debe castigar, intimidar y sembrar temor a sus hijos para disciplinarlos, lejos de lograrlo, siembra en ellos inseguridad.
En la crianza, la clave está en la “disciplina positiva”, una filosofía del psicoterapeuta Alfred Adler y el psicólogo Rudolf Dreikurs, que promueve alternativas para tratar a los niños y adolescentes con dignidad y respeto y que no comulga con un manejo basado en la violencia ni en la agresividad, y tampoco promueve el uso de los premios ni castigos.
Así lo afirma la psicóloga Denise Quelquejeu, presidenta de la Fundación Relaciones Sanas y miembro del Instituto Internacional de Psicoterapia de Panamá (IPI), organizaciones que mañana, 6 de octubre, realizarán la conferencia “Un nuevo punto de vista”, a las 6:30 p.m., en la que Quelquejeu brindará la ponencia “Disciplina positiva: una herramienta para padres”.
La disciplina positiva “invita a los padres a comprender la importancia de que los niños se sientan satisfechos y orgullosos por lo que ellos mismos han logrado, sin necesitar que un factor externo sea el que les dé satisfacción y de la misma manera promueve que todos tenemos la capacidad para darnos cuenta cuando hemos actuado de forma incorrecta y que somos capaces de experimentar tristeza, culpa y arrepentimiento, lo cual nos permitirá aprender y hacer cambios con el apoyo de nuestras figuras de crianza, que nos expresan su amor, comprensión y apoyo”, dice la psicoterapeuta.
Por ejemplo, si el niño obtuvo una mala calificación, este debe sentirse responsable, menciona Quelquejeu, quien comenta que con frecuencia recibe en su clínica a padres muy preocupados por el desempeño de sus hijos, porque estos están acostumbrados a que les ayuden con las tareas y muchas veces se las resuelven.
Denise Quelquejeu
Psicóloga
“Los padres sufren terriblemente por el temor de que los niños obtengan malas calificaciones y por esto continúan haciendo lo mismo. Pero si utilizamos las luces largas que promueve la disciplina positiva, la cual nos invita a pensar en cómo queremos que sean nuestros hijos cuando cumplan 20 o 25 años, esto de seguro nos hará recapacitar sobre lo que estamos haciendo porque, ¿quién quiere estar ayudando a sus hijos a estudiar y a resolver sus asignaciones cuando vayan a la universidad? ¿Acaso vamos a ir a la oficina a trabajar por ellos cuando no logren hacerlo bien porque no les hemos dado la oportunidad de desenvolverse solos? Pues creo que la respuesta automática sería ‘no’, y de eso se trata, de crear consciencia sobre la importancia que tiene confiar en los niños y adolescentes y en su capacidad, en asignarles responsabilidades, ponerles nuevos retos e invitarlos a que practiquen, comprendiendo que muchas veces van a cometer errores porque, ¿quién aprende sin equivocarse? Nadie”, argumenta.
Peleas entre hermanos
En el núcleo familiar, las discusiones entre los hermanos son naturales y esperadas, justo porque existe rivalidad por el amor de los padres, en un primer momento por el amor de la madre, explica la psicóloga María Ángela Tulipano, también miembro del IPI de Panamá y vicepresidenta de la Fundación Relaciones Sanas, quien mañana en la conferencia “Un nuevo punto de vista” presentará “¿Por qué pelean mis hijos? Comprendiendo la rivalidad entre hermanos”.
Desde el impacto del nacimiento de un hermano, en todo niño se despiertan “sentimientos de amor y odio hacia este nuevo personaje que puede ser vivido como un rival tirano, como en otros momentos un socio para los juegos y travesuras, un compañero de camino desde la niñez hasta, incluso, la vejez”.
Según la psicoterapeuta, la relación entre hermanos es muy plástica y modificable, que perdura a lo largo de la vida. “Es la relación más larga que tenemos: más larga que con la madre, la pareja y los hijos. La relación de hermanos es la base para la socialización del niño”.
Tulipano explica que la familia es “un laboratorio de relaciones”, y esas destrezas aprendidas son luego puestas en práctica fuera del hogar, ya sea en la escuela, en un equipo deportivo, en el trabajo y en la comunidad.
Algunas recomendaciones que la especialista brinda para evitar rivalidades entre hermanos son no comparar a los hijos, valorar y respetar la individualidad de cada uno, decirles cuánto se les quiere y planificar salidas especiales con ellos. “Así como es importante el tiempo en pareja y en familia, también es importante el ‘uno a uno’ con cada hijo”, afirma Tulipano.
En síntesis, nadie nace experto en crianza, comenta Quelquejeu. “Si como adultos nos capacitamos en temas profesionales todo el tiempo, buscando aprender nuevas herramientas y mejorando para desempeñarnos mejor, ¿por qué no buscar ayuda para la crianza de los niños, si es una labor tan importante que marcará definitivamente a nuestros hijos por el resto de su vida?”, reflexiona la psicóloga.
Para tener más información sobre la conferencia escriba al correo ipipanama.celindas@gmail.com.