“Me subí al Metrobús y todo cambió”. Así recuerda Hipólita Polo Carrera el accidente que marcó su vida hace ya una década. El 25 de mayo de 2015, al salir de su jornada laboral, abordó un Metrobús en Los Andes, como lo hacía todos los días. La parada estaba frente a la farmacia Arrocha.
“Era como un caballo desbocado”, narró Hipólita, al recordar cómo el bus comenzó a dar frenazos bruscos. Ella era la única pasajera de pie. “Venía sudada porque venía del trabajo, eran como las 4:45 de la tarde. De repente, frenó tan fuerte que salí disparada de espaldas, reboté por los asientos azules y fui a dar hasta donde estaba el chofer”, relató.
Ningún miembro del personal del bus reaccionó. Fue una joven pasajera quien la ayudó a sentarse. “Yo no podía hablar. La lengua se me enredaba. Me desmayé unos minutos. Escuchaba cómo decían que estaba borracha”, recuerda con tristeza.
Llamaron al 911 (servicio de ambulancia de emergencia), pero como no sangraba, nadie la trasladó a un hospital. Tampoco sus familiares supieron cómo actuar. “La negligencia fue de todos lados, incluso de mis hijos”, admite. Al día siguiente, no podía ni abrocharse el pantalón.
A pesar del dolor, acudió a una cita médica y fue contactada por la Dirección de Tránsito de la Policía Nacional. Conserva la citación como prueba del incidente. “Me dijeron que fuera al patio del Metrobús, que ellos tenían seguro y me iban a pagar los daños. Pero nunca lo hicieron”.
El accidente fue provocado por un pequeño carro gris que se le metió al bus. “Recuerdo bien ese carrito. Lo vi desde que venía detrás. El chofer decía: ‘Ese carro se me va a meter’. Y se metió”.
Desde entonces, Hipólita sufre múltiples secuelas: displasia, calambres constantes, dolor en la columna, pérdida de fuerza y dificultad para caminar. Debe medicarse todos los días e indica que ya hasta el hígado y los riñones le fallan por el exceso de medicamentos. “Ponerme los zapatos es un problema. Si me quedo mucho tiempo parada, todo el cuerpo se me acalambra”.
El diagnóstico médico indicó que su médula espinal está comprimida por dos vértebras. Le recomendaron operarse, pero decidió no hacerlo por temor a quedar parapléjica. “El neurocirujano dijo que había que operar, pero la fisiatra fue clara: ‘A tu edad y con tu condición, no lo haría’. Así que preferí quedarme así, a lo que Dios quiera”.
Pese a todo, Hipólita siguió trabajando con el apoyo de su jefe. “Hago tareas livianas, aunque sé que no debería barrer, trapear ni cocinar. Pero tengo que hacer algo”.
Días después del accidente, se unió a un grupo de víctimas organizado por otra afectada. Allí conoció a Víctor Guitens, de 50 años, quien lleva más de una década marcado por el dolor, la desesperanza y el olvido institucional.
El 13 de agosto de 2013, mientras se dirigía a su trabajo en Llano Bonito, fue atropellado por un Metrobús en la parada de La Cabima. Estaba por abordar una “chiva” cuando el bus lo embistió. “Me golpeó en el hombro, me caí y me pasó las llantas por encima del pie. Yo estaba golpeando el bus y cuando él miró, retrocedió. Si no, me mata”, relató con la voz quebrada.
Estuvo 41 días hospitalizado y su salud nunca volvió a ser la misma. Al accidente se sumaron diagnósticos de diabetes tipo dos, hipertensión, insuficiencia cardíaca y múltiples complicaciones médicas. En 2023, le amputaron cuatro dedos del pie izquierdo, el mismo que fue lesionado por el bus, debido a un cuadro de pie diabético.
Contó a La Prensa que tiene cinco hijos, uno de ellos con discapacidad. Vive solo en un cuarto prestado en Colón, separado de su esposa, quien tampoco ha conseguido empleo. “Ella se quedó con los niños, yo vivo solo. Todos los días hay hambre”, dice. “He tenido que mendigar por las calles de Colón para poder comer”.
Piden justicia
La promesa de una indemnización de 120 mil dólares nunca se concretó. Guitens asegura haber acudido en múltiples ocasiones a la Presidencia de la República, haber entregado currículums y solicitudes de ayuda, pero nunca recibió respuesta. “Lo único que quiero es trabajo para mantener a mis hijos”.
Su testimonio, como el de otras 27 víctimas reconocidas por el Gobierno (de las cuales sobreviven 24), es desgarrador. Tanto Hipólita como Guitens piden a las autoridades actuales de Mi Bus que les otorguen las indemnizaciones prometidas, fundamentales para costear sus tratamientos médicos.
“Nadie respondió. Ni la aseguradora, ni las autoridades, ni el Metrobús. Me dijeron que no pusiera demanda, que ellos me iban a ayudar. Milton Henríquez, que era ministro, prometió apoyo, pero nunca se concretó nada”, recuerda Hipólita.
Según los sobrevivientes, la indiferencia se extendió hasta el actual gobierno del presidente, José Raúl Mulino. “Este ni siquiera ha volteado a vernos. Mandamos solicitudes, cartas, peticiones. Nada. El anterior al menos nos dio bonos, este ni eso”.
A una década del accidente, Hipólita y Guitens solo piden justicia y un gesto de humanidad. “No quiero que me regalen nada. Solo que cumplan con lo que prometieron. Yo no pedí caerme. Yo subí a ese bus a trabajar, no a quedar así”.
Reclamos y consultorías
La empresa Mi Bus explicó que los reclamos fueron generados por hechos de tránsito y caídas dentro de los buses administrados por Transporte Masivo de Panamá (TMPSA), una empresa privada que, en ese periodo, estaba en proceso de ser adquirida por el Estado. Los accidentes reconocidos ocurrieron entre el 10 de agosto de 2011 y el 7 de agosto de 2015, cuando la empresa estaba bajo administración colombiana.

En ese momento, el Ministerio de la Presidencia contrató a un consultor externo cuya misión fue recopilar toda la información administrativa y jurídica disponible para emitir un criterio legal imparcial en cada uno de los 27 casos.
El 23 de junio de 2022, la Junta Directiva autorizó al presidente y representante legal de TMPSA a atender los casos que cuenten con resolución administrativa o judicial en firme, siempre y cuando no hayan prescrito.
Mi Bus mantiene su postura de que cada caso debe ser atendido por la compañía aseguradora con la que TMPSA tenía vigente la póliza de seguro al momento de los hechos. Añadieron que todos los casos fueron comunicados de forma detallada a las personas afectadas y que “TMPSA ha actuado conforme a derecho, realizando un estudio pormenorizado de cada uno de los casos”.
Este medio consultó a una fuente relacionada con las aseguradoras, la cual indicó que cada compañía maneja sus reclamos de forma independiente. Mientras tanto, ninguna de las víctimas ha sido indemnizada.

