Robert Stewart, geólogo del Canal, realizó estudios para proyectos de empresas panameñas y del gobierno nacional. En diciembre de 1963 dirigía las perforaciones en La Yeguada, Veraguas, para la primera hidroeléctrica del país, cuando fue enviado al río Indio, en la selvática y lluviosa Costa Abajo de Colón, con el fin de explorar sitios para un embalse de agua que abasteciera las operaciones del Canal y generara electricidad.
Antes de eso, comparto algunos pasajes de la expedición que en 1952 realizaron en el río Indio Alexander Wetmore y Watson Perrygo, ornitólogos del Instituto Smithsonian. Tras caminar por la playa desde la boca del Chagres, se instalaron en el caserío de río Indio. Era gente negra que se autodenominaba “naturales” o “playeros”, y que Luz Graciela Joly estudiaría en 1982 para su tesis de doctorado en antropología en la Universidad de La Florida.

En sus exploraciones previas a Darién y Majé, los del Smithsonian comprobaron cuán duro era remontar un río a palanca y canalete. Así que en esta expedición trajeron un aparato que transformaría la vida de la gente de los ríos y costas: un motor fuera de borda. Era un Johnson de cinco caballos perteneciente al explorador polar, el almirante Richard E. Byrd, y su tanquecito de gasolina. Fue acarreado en jabas de mimbre por los cargadores costeños contratados por Wetmore.
Perrygo recordaba las exploraciones por el Indio hasta su confluencia con el Chilar, y la diversidad de picaflores que parecía no tener fin. Un día subía la marea y una señora lavaba ropa en la boca del río, ayudada por su hijita, quien estaba con el agua a la cintura. De pronto se escuchó un grito. Corrieron y encontraron a la madre, que sostenía a su hija por la mano mientras gritaba y pedía ayuda: un tiburón la tenía agarrada por la pierna. La sacaron del agua, pero el pie lo tenía destrozado. Wetmore envió un mensajero a caballo hasta el caserío más cercano donde había un telégrafo. Un helicóptero militar estadounidense llevó a la niña al hospital. Le salvaron la vida, pero perdió la pierna. Se recuperó. Alguien le labró un cayuquito en el que solo cabía ella. María Asista vivía en extrema pobreza, pero subía y bajaba por el río canaleteando y cantando, como si fuese la criatura más feliz del mundo.
Retomemos ahora una carta de Stewart a su esposa desde el río Indio, en diciembre de 1963.
Anochecieron a la altura del caserío de Uracillo, donde un campesino los invitó a pasar la noche en su rancho. “Le dije que guindaríamos nuestras hamacas afuera de su casa. En una hamaca se mecía un niño y dos troncos de balsa labrados servían de asientos. Eran los únicos muebles.
En una esquina estaba el fogón de tres piedras, con unas astillas de leña echando humo y cocinando una paila de arroz. Arriba, a ambos lados del jorón, dormían sobre unos juncos. Era la cama común de la familia. La escalera era un tronco de balsa con escalones labrados.

Guindamos nuestras hamacas bajo el jorón, amarrándolas a los postes y vigas de la casa. Cocinamos nuestra cena con una estufa Primus de querosén. Estufa de gas, y trabajaba muy bien. Para cerrar nuestra cena, saqué un paquete de popcorn que viene en su empaque de aluminio y, sin abrirlo, se cocina sobre la paila. Cuando el maíz comenzó a reventar, el paquete se infló. Corté con el machete la parte de arriba, tomé del popcorn y ofrecí el resto a los demás. El modo en que lo tomaron fue cómico: primero cogían un pedacito a la vez; luego, rápido, con la mano entera”.
Al otro día caminaron hasta el río Terial, donde el Dr. Terry había reportado algo de carbón y los nativos dijeron que había más.
Bajar el río es mejor que subirlo, salvo que bajaron de noche, en total oscuridad. Finalmente, llegaron a la boca del río, al pequeño caserío llamado Río Indio, donde desembarcaron ya de noche.
Stewart regresó a La Yeguada, hidroeléctrica que sería inaugurada el 23 de septiembre de 1967. Una de mis grandes satisfacciones cuando me encargué del Instituto Nacional de Recursos Naturales Renovables (Inrenare) fue mejorar sus instalaciones en La Yeguada: reparar los puentes y caminos vía el programa de alimentos por trabajo, acelerar la reforestación con pino caribea, instalar el tendido eléctrico de alto voltaje desde la presa hasta la estación, trasladar desde la capital un moderno equipo de ebanistería y nombrar como jefe de proyecto al excelente ingeniero forestal Luis H. Pitty.

