El Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (IDAAN) atraviesa una situación crítica, enfrentando la urgencia de inversiones que garanticen la continuidad del servicio. El propio director de la institución, Rutilio Villarreal, levantó la voz: la red de tuberías del país está corroída, la falta de mantenimiento ha sido sistemática y las inversiones necesarias se han postergado por décadas.
La realidad golpea por todos lados. El suministro de agua en muchos sectores depende de camiones cisterna, las tomas están expuestas a contaminación y las plantas potabilizadoras —columna vertebral del sistema— requieren una intervención urgente.
A esta fragilidad estructural se suma el hecho de que el Idaan apenas factura 92 millones de dólares, cuando el consumo real debería reflejar ingresos cercanos a 150 millones de dólares. La falta de medidores y el cobro ineficiente también son otro desafío para la ampliación o modernización de la infraestructura hídrica.
Villarreal presentó los avances y retos en torno al abastecimiento de agua potable en diferentes regiones del país, destacando la urgencia de inversiones y la coordinación interinstitucional para enfrentar la creciente demanda habitacional.
El funcionario expuso el tema en el Foro del Agua 2025: Desafíos, soluciones y estrategias, organizado por La Prensa este miércoles 27 de agosto.
El director del Idaan señaló que se han identificado varios problemas estructurales, como el crecimiento urbano desordenado, especialmente en Panamá Norte, Este y Oeste; así como la infraestructura deficiente y con bajo mantenimiento en redes de agua potable y alcantarillado.
A estos problemas se suman los impactos del cambio climático, que han deteriorado la calidad del agua en las principales fuentes hídricas —como los ríos—, además de las limitaciones de recursos humanos y financieros para la operación y el mantenimiento de la infraestructura.

Actualmente, el Idaan opera 55 plantas potabilizadoras, 45 plantas de tratamiento de aguas residuales, unos 700 pozos profundos, 529 tanques de almacenamiento y más de 13,500 kilómetros de redes en todo el país.
La institución suministra agua potable al 74.41 % de la población panameña, lo que representa cerca de tres millones de habitantes, según datos del Censo 2023.
No todos la reciben en igualdad de condiciones. Hay quienes tienen el suministro apenas unas horas al día, mientras que otros cada dos o tres días.
El Idaan tiene varios frentes abiertos y su director es consciente de ello.
Durante su ponencia, Villarreal destacó la situación del suministro en la Villa de Los Santos, donde actualmente el agua no es apta para el consumo humano.
En torno a este tema, dijo ciertas novedades: a partir de este viernes 29 de agosto, la empresa Progesa iniciará la primera fase del proyecto, que incluye trabajos de desinfección de la red de tuberías y de las plantas potabilizadoras en Azuero, con el fin de garantizar la calidad del agua potable tras la crisis de contaminación registrada en los ríos La Villa y Estibaná.
En esta primera fase se contempla la instalación de válvulas y la adecuación de hidrantes. Estas labores se extenderán por 60 días, mientras que en noviembre comenzará la inyección en la red de distribución, precisó Villarreal.
Con respecto a la situación del agua en Panamá Oeste, especialmente en Arraiján, la preocupación persiste debido a que muchos hogares dependen de tanques de reserva por la falta de un servicio continuo.
En Panamá Oeste viven más de 653 mil habitantes y las comunidades con mayor demanda de agua son Arraiján Cabecera, Burunga, Nuevo Emperador, Veracruz, Juan Demóstenes Arosemena, Santa Clara, Cerro Silvestre y Vista Alegre, entre otras. Se estima que con la planta nueva de Arraiján (Howard) debe beneficiar a 300 mil habitantes de Panamá Oeste.
Villarreal explicó que la nueva planta potabilizadora de Arraiján (Howard) producirá cerca de 60 millones de galones diarios, aunque su efectividad dependerá de la ampliación y modernización de la red.

En este sentido, el plan maestro contempla obras adicionales para garantizar un reparto equitativo. Solo cuando esto se logre, se podrá dar certeza de un mejor suministro a los más de 653 mil habitantes del sector oeste.
Esta planta tiene un costo inicial de 211.8 millones de dólares, pero lleva costos adicionales que suman otros 140 millones de dólares.
Falta histórica de planificación
Villarreal no esquivó uno de los problemas más graves: la histórica falta de planificación interinstitucional.
Durante años, se aprobaron proyectos habitacionales sin asegurar el suministro de agua, una práctica que hoy pasa factura.
El director reveló que ya se trabaja con el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (Miviot) para, por fin, alinear el crecimiento urbano con la infraestructura hídrica.
El tema de los camiones cisterna también fue puesto sobre la mesa. Villarreal explicó que en muchos casos se utilizan para abastecer asentamientos informales donde el Idaan no puede invertir hasta que se regularicen los terrenos. Este año, la factura en cisternas ya alcanza 8 millones de dólares.

En Tocumen, Panamá; y David, en Chiriquí, este mecanismo debería responder a medidas temporales, mientras avanzan los proyectos de mejora en las redes.
En materia de eficiencia, Villarreal anunció la adquisición de 25,000 nuevos medidores que reemplazarán equipos que ya superaron su vida útil, con el objetivo de reducir pérdidas, combatir las conexiones ilegales y avanzar hacia la meta del 100% de micromedición.

$104 millones de inversión en plantas
La entidad también ejecuta un plan de rehabilitación de 20 plantas potabilizadoras en todo el país, con una inversión superior a 104 millones de dólares. Esta inversión responde a que se constató que las 55 plantas trabajaban, en promedio, al 75% de su capacidad, lo que limita la eficiencia en la gestión del agua.

Asimismo, Villarreal destacó que se desarrolla un plan de mantenimiento de la red de distribución y de los equipos, con miras a frenar el deterioro acumulado.
Un ejemplo es la modernización de la planta de Chilibre, que contempla la sustitución de válvulas principales y la optimización de procesos de potabilización.
Pero cada mantenimiento trae consigo un costo alto: implica parar la planta, dejar sin agua a miles de personas en algunas zonas y, en no pocas ocasiones, reanudar el suministro muchas horas después de lo programado, con el malestar ciudadano que ello conlleva.
Los trabajos en Chilibre comprenden tres fases: la primera, el cambio de compuertas, rejillas y bombas; la segunda, la rehabilitación de la subestación eléctrica; y la tercera, la modernización integral de la planta. Aunque estas labores han implicado paradas programadas, se busca garantizar un servicio más estable y eficiente en el futuro. Esta potabilizadora abastece a 1.6 millones de usuarios.
Villarreal reconoció que los años de falta de inversión no podrán resolverse de inmediato, pero aseguró que los proyectos en ejecución dejarán una hoja de ruta para que futuras administraciones continúen el esfuerzo. “El agua no puede esperar”, recalcó, insistiendo en la necesidad de dar continuidad a las políticas de gestión hídrica.
