Panamá dio un paso estratégico hacia la innovación en salud y biotecnología con la inauguración, este 12 de septiembre, del Centro Regional de Innovación en Vacunas y Biofármacos (Crivb-AIP), ubicado en la Ciudad del Saber. El proyecto, impulsado por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), busca posicionar al país como un referente regional en investigación científica y seguridad sanitaria, y es considerado un hito en la historia de la ciencia panameña.
La primera fase del Crivb requirió una inversión de $10 millones, destinados a diseño, construcción, laboratorios, equipos y mobiliario. Esta etapa marca el inicio de un plan ambicioso que en su segunda fase contempla la construcción de una planta piloto para la producción de vacunas, con una inversión estimada en $50 millones.
El centro nació como respuesta a los desafíos planteados por la pandemia de covid-19. En ese momento, la dependencia de vacunas extranjeras y la escasez de suministros a nivel global dejaron en evidencia la vulnerabilidad de los países sin capacidades propias de investigación y producción. A partir de allí, Panamá se propuso crear un espacio que pudiera formar científicos y técnicos, desarrollar productos con potencial terapéutico y vacunal, y dar respuestas rápidas ante patógenos con riesgo epidémico.
Durante la inauguración, el secretario nacional de la Senacyt, Eduardo Ortega Barría, destacó que este centro representa un cambio estructural en la forma en que el país enfrenta las emergencias sanitarias.
“La creación del Centro Regional de Innovación en Vacunas y Biofármacos es un hito para Panamá y para toda la región. Este centro refleja nuestro compromiso de proteger la salud pública mediante la investigación, el diseño y el desarrollo acelerado de vacunas candidatas, desde el laboratorio hasta la fase clínica, con un foco en enfermedades emergentes, reemergentes y de alta relevancia sanitaria”, expresó.
Ortega Barría recalcó que esta inversión no solo es estratégica para la salud, sino que generará réditos a largo plazo. Entre los beneficios se cuentan el ahorro en la compra de vacunas extranjeras, la creación de empleos en investigación, producción y logística, y la posibilidad de que Panamá se convierta en un exportador de nuevos productos científicos.
La ejecución del proyecto inició en el tercer trimestre de 2021, con un camino lleno de retos financieros. De hecho, para arrancar formalmente, el Crivb requirió un crédito extraordinario de $2.5 millones aprobado en junio de ese año.
Un paso hacia la soberanía sanitaria
La directora interina del Crivb, Paulina Franceschi, subrayó que contar con capacidades propias de investigación y producción de vacunas es clave para la soberanía y seguridad sanitaria del país. “Esperamos que, en cinco años, el Crivb sea un referente regional para el desarrollo de vacunas y biofármacos”, aseguró.
Franceschi explicó que los objetivos del centro son claros: garantizar un suministro sostenible de vacunas y biofármacos, desarrollar capacidades locales de investigación e innovación, y posicionar a Panamá como un hub en biotecnología sanitaria.
Entre los proyectos que ya se perfilan, mencionó la producción de antisuero contra el veneno de escorpión, una iniciativa desarrollada en conjunto con la Universidad de Panamá y el equipo de la doctora Ildaura Patiño. “Estamos en un punto en el que ya se puede pensar en la manufactura de un suero que evite muertes por picaduras de escorpiones y mordeduras de serpientes, algo que ocurre con frecuencia en Panamá”, afirmó.
Además, Franceschi explicó que el centro cuenta con laboratorios especializados como un laboratorio de aguas arriba, donde se realiza la fase inicial, se siembra y cultiva todo lo necesario para crear una vacuna. Hay tanques especiales, bioreactores, donde las células crecen y se producen en volumen las proteínas recombinantes. También contamos con un laboratorio aguas abajo, donde se cosecha y refina el material de las aguas arriba para la formulación final de los productos.
Alianzas nacionales e internacionales
El Crivb es el resultado de una amplia red de colaboración que une instituciones nacionales e internacionales. Entre sus aliados están la Ciudad del Saber, el Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat-AIP), el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud, la Universidad de Panamá, el Baylor College of Medicine, el Centro para el Desarrollo de Vacunas del Texas Children’s Hospital en Houston y la Embajada de Corea del Sur.
Durante el acto inaugural, se anunció además la firma de un Memorando de Entendimiento entre el Crivb-AIP y la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Brasil, institución reconocida mundialmente en el ámbito de la salud pública. Este acuerdo busca impulsar la cooperación científica y tecnológica en inmunobiológicos, con el propósito de convertir a Panamá en un centro afiliado a Fiocruz en áreas como investigación, formación, regulación y potencial producción regional de vacunas y antivenenos.
Un impacto más allá de Panamá
Ricardo de Godoi, subdirector de innovación de Bio-Manguinhos, división de Fiocruz, subrayó la importancia de esta alianza. “Estamos muy entusiasmados con esta oportunidad, que representa ampliar el acceso a vacunas esenciales en Centroamérica y el Caribe, reforzar la investigación, el desarrollo y la producción regional, y fortalecer la resiliencia frente a emergencias sanitarias”, señaló.
Con la inauguración del Crivb, Panamá no solo busca atender sus propias necesidades, sino también proyectarse como proveedor regional de soluciones en salud. La apuesta es que este centro sea capaz de responder de manera ágil a enfermedades emergentes, como ya ocurrió con el covid-19, y a otras que podrían convertirse en futuras amenazas.
El establecimiento de este centro marca un antes y un después en la historia de la ciencia panameña. Con sus laboratorios, alianzas estratégicas y planes de producción a gran escala, Panamá se suma a un reducido grupo de países latinoamericanos que apuestan por crear y producir sus propias vacunas.
El camino no está exento de retos: se requiere inversión sostenida, formación de talento humano y el fortalecimiento de regulaciones sanitarias. Sin embargo, las autoridades y la comunidad científica coinciden en que este es un paso firme hacia un futuro de mayor autonomía, preparación y liderazgo regional en biotecnología y salud pública.
La inauguración del Crivb-AIP, en el marco de los 33 años de la Senacyt, consolida a Panamá como referente regional en innovación científica y soberanía sanitaria. Este proyecto refuerza la capacidad del país para producir vacunas y biofármacos propios y fortalecer la cooperación científica internacional.
