La UNESCO inscribió este martes las técnicas de construcción de las casas de quincha de Panamá en su Lista de Salvaguardia Urgente, una decisión que reconoce el valor climático de esta arquitectura ancestral pero alerta sobre su inminente desaparición debido a la escasez de materias primas.
Es la primera vez que Panamá inscribe un elemento directamente en la categoría de riesgo, una maniobra que busca activar fondos y asesoría técnica para rescatar una arquitectura vernácula amenazada por la industrialización y los cambios demográficos.
El organismo internacional validó el expediente panameño, que alerta sobre la “viabilidad crítica” de esta técnica. Según el documento evaluado, la tradición enfrenta una tormenta perfecta compuesta por la escasez de materias primas naturales debido al cambio climático y el uso de suelos para ganadería intensiva, sumado a la pérdida de la transmisión oral entre las generaciones.
“Esta es nuestra primera manifestación incluida en salvaguardia urgente, lo que implica un triple esfuerzo”, afirmó la representante de Panamá en la plenaria, Emma Gómez, durante la vigésima reunión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO que se celebra en Nueva Delhi.
“Por eso hacemos hoy un pacto —con la Asamblea, las embajadas, las ONG y todos los presentes— para que las leyes y medidas que se adopten garanticen la protección de los portadores y de su conocimiento”, añadió.
La quincha es un sistema constructivo ancestral adaptado al trópico seco. La técnica consiste en levantar un armazón de madera y caña amarga que posteriormente se rellena con una mezcla de barro, paja seca y agua. Este diseño ofrece una alta resistencia térmica, manteniendo el interior fresco ante las temperaturas extremas del “Arco Seco” panameño, además de poseer propiedades antisísmicas gracias a la flexibilidad de sus materiales.
La UNESCO protege con esta inscripción el tejido social que la hace posible: la “junta de embarre”. Tradicionalmente, estas casas no se construyen con dinero, sino con solidaridad. La comunidad se reúne en una jornada festiva para pisar el barro y levantar los muros colectivamente, bajo un sistema de reciprocidad donde hoy se ayuda al vecino para recibir ayuda mañana.
Este modelo de trabajo comunitario está en retroceso. La migración de la población joven hacia la Ciudad de Panamá y la introducción de la economía monetaria en las zonas rurales han transformado el “convite” voluntario en mano de obra asalariada, rompiendo el ciclo de cooperación vecinal.
Con el ingreso a la Lista de Salvaguardia Urgente, Panamá se compromete a ejecutar un plan de cuatro años enfocado en las provincias de Los Santos, Herrera, Veraguas y Coclé. El proyecto incluye la creación de semilleros de árboles maderables necesarios para la estructura, inventarios de portadores vivos y programas educativos para revalorizar la técnica ante los jóvenes.